Vidas borradas


Acabo de ver en la portada de EL PAIS digital el fotograma de uno de los vídeos interceptados a la guerrilla colombiana y en los que aparece el fotograma demacrado de Ingrid Betancourt, la política franco-colombiana secuestrada desde hace años.
Es casi imposible que la llegue a conocer personalmente pero no puedo por menos que conmoverme al ver el estado de degradación a que las organizaciones que se dicen de izquierdas la han sometido. Mi vida va transcurriendo al ritmo de las estaciones, las costumbres, los problemas, las idas y las venidas. Mientras tanto su presente, su pasado y su futuro le han sido robados. Han vaciado una vida hasta convertirla en una foto que Chávez y Uribe desgarran como la madre de la leyenda del rey Salomón. Uno con su justificación contraterrorista, el otro como la primera estrella del espectáculo americano, celoso de que le arrebaten su papel de gran líder bolivariano.


Recuerdo un documental que vi sobre la candidata Betancourt y sus ganas de cambio, su fuerza en las palabras, su juventud y arrojo. Me acuerdo de su madre, Yolanda Pulecio, y su marido, con sus vidas orbitando alrededor del espacio vacío que una vez ocupó un planeta. El esposo, publicista de origen francés, si no recuerdo mal, hacía gala de sus conocimientos del marketing y el peso específico de las imágenes para colocar un display con la imagen de la candidata frente alguno de los edificios del gobierno. No la conozco realmente, poco se de sus ideas, pero por muy buena o mala que fuera no merecía esto. No sé que matara a nadie, no fue juzgada, no tuvo derecho a defensa, fue en cambio condenada a la muerte en vida.


Hace una semana CANAL+ emitió un escalofriante documental sobre las técnicas que utilizan los norteamericanos en su lucha contra el terrorismo. Como el término tortura acaba descalificando a cualquier organismo, partido o institución que lo utiliza, han inventado nuevos mecanismos que si bien escapan a las definiciones de la palabra, son innegablemente formas perversas de la misma. Si la tortura habla de daños físicos, ellos impiden durante días y días cualquier estímulo visual o sonoro a los detenidos y evitan entrar en la definición ya que el cuerpo queda intacto. La realidad del torturado se convierte en un monólogo sórdido que lo enloquece como un animal de zoológico. El ser humano y los mamíferos superiores necesitan ese amarre con el entorno tanto o más que la comida o el agua.


Los servicios secretos americanos han venido secuestrando discrecionalmente a aquellos que han considerado enemigos, muchas veces sin otra base que la de una delación interesada de jefecillos locales ansiosos de congraciarse con el Imperio. Nada de Habeas Corpus, nada de derechos humanos no hay culpables y si los hay son los pies de la pirámide, soldados fanatizados por la férrea cadena de mando. No importa mucho, la vida de un afgano taxista vale muy poco y pocos se van a preocupar por él. Si es terrorista o no tampoco es tan importante si al final parece que la lista de detenidos es un éxito. Todo vale y todo se justifica por la conservación de los valores democráticos occidentales.


Ocurre así que los extremos se tocan. ETA, STASI, USA, FARC, Marruecos, Rusia, no importan siglas o ideologías. Seres humanos convertidos en lobos por fuerza de convicciones que llenan el vacío del horror. Llámese comunismo, democracia, seguridad, revolución, respeto a la monarquía, lucha contra el terrorismo, cualquier excusa crea un entramado higiénico que poco a poco anestesia la sensibilidad, la compasión, la humanidad y convierte a los ejecutores en marionetas en manos de los grandes poderes.


Una vez un exiliado español, hablando del crimen de Trosky a manos del español Ramón Mercader, decía que cuando más sensible e inteligente es una persona, más posibilidad tiene de encontrar un entramado de ideas y consignas que justifiquen los actos más viles. Gita Sereny en su excelente libro “El trauma alemán” retrataba el descenso a los infiernos de un austriaco condenado por sus actos al frente de Sobibor. Mientras miles de judíos eran condenados a la desaparición, los alemanes y austríacos que dirigían el campo se concentraban en la eficiencia del funcionamiento de la institución amparados por las leyes y las consignas de un estado fascista. En el libro Historia de Mayta vemos cómo todas las variantes del comunismo se dan cita en los conspiradores protagonistas del libro para acabar generando terror de unas ideas que en principio buscaban sólo un mundo mejor.


Foco en la persona. Ingrid Betancourt. Eso es lo que importa. Cada drama humano, cada vida arrebatada por la fuerza de las armas, cada persona que sufre tortura es un fracaso de toda la humanidad. Ella tiene la suerte en la desgracia de ser una persona conocida y apoyada por la familia, pero decenas de miles de personas en el mundo ven arrebatado la única patria real de cada ser humano: nuestra propia vida.

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