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Mostrando entradas de noviembre, 2007

Vidas borradas

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Acabo de ver en la portada de EL PAIS digital el fotograma de uno de los vídeos interceptados a la guerrilla colombiana y en los que aparece el fotograma demacrado de Ingrid Betancourt, la política franco-colombiana secuestrada desde hace años. Es casi imposible que la llegue a conocer personalmente pero no puedo por menos que conmoverme al ver el estado de degradación a que las organizaciones que se dicen de izquierdas la han sometido. Mi vida va transcurriendo al ritmo de las estaciones, las costumbres, los problemas, las idas y las venidas. Mientras tanto su presente, su pasado y su futuro le han sido robados. Han vaciado una vida hasta convertirla en una foto que Chávez y Uribe desgarran como la madre de la leyenda del rey Salomón. Uno con su justificación contraterrorista, el otro como la primera estrella del espectáculo americano, celoso de que le arrebaten su papel de gran líder bolivariano. Recuerdo un documental que vi sobre la candidata Betancourt y sus ganas de cambio, su fu

Vanessa y el cazador cazado

Vivir en la periferia de Madrid ya era de por si malo, pero vivir en la periferia de Albacete tenía todos los inconvenientes de una gris capital de provincia y nada del glamour de una capital. Pasó años de instituto en la rutina de la ida y vuelta al barrio de bloques donde sus padres, venidos de Chinchilla en los ochenta, habían establecido su cuartel. El estudio no era lo suyo y las horas de aulas fueron un tedioso interludio en su vida apenas llenado con dibujos estilo manga y notas con florecillas hablando de amores juveniles. Con varias repeticiones a cuestas no entró en ninguno de los programas especiales y fue trastabillando curso a curso hasta que a los dieciseis años sus padres y la jefe de estudios decidieron que aquello no era lo suyo y que para dar el coñazo mejor hacerlo en su casa y a sus padres. A estas alturas Vanessa era aprendiz de veinte cursillos del INEM y maestra en nada. No era fácil encontrar un puesto de trabajo que combinara unas nociones de inglés, cuatro téc

Jesus alza la bandera

La arena quedaba marcada a cada paso hacia su zona de playa. El sol de la mañana proyectaba su sombra sobre la superficie irregular haciendo que subiera y bajara al ritmo del movimiento y los bultos que las olas habían modelado. A esa hora sólo unos pocos jubilados habían conquistado las primeras parecelas de territorio que en unas horas serían objeto feroz disputa. Un par de niños chapoteaban ignorando los requerimientos de su madre por lo temprano y por la temperatura del mar. Jesús andaba como un gallo de pelea seguro de su cuerpo de veinte años. Poco dado al estudio o a los trabajos rutinarios, pasaba el invierno ayudando a su padre con una furgoneta de reparto de prensa diaria en igual medida para hacer callar al viejo como para pagarse las horas de gimnasio. En consonancia con los gustos de esta nueva generación, se había depilado todo vello que marcara cualquier rastro de testosterona y había tintado de rubio su cresta erizada con fijador. Una gruesa cadena de oro y un pendiente

No sólo se heredan tierras

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Anoche me peleaba con mi hija en plena batalla por los deberes que debía entregar hoy. A ella no le parecía bien el planteamiento que yo le ofrecía y a mí poco sus formas de hablarme. Los dos estábamos cansados y nos enfurruñamos más por agotamiento que por otra cosa. Hoy de camino al colegio se ha disculpado y hemos pasado página. Los enfrentamientos en la familia son normales y creo que hasta forman parte de nuestro aprendizaje del mundo y sus relaciones. Cuando a un hijo se le pone freno a su actitud se le recuerdan las normas, cuando se es indolente se refuerza su conducta. A veces hay que ceder y otras tirar. Así deberían de funcionar las cosas. La genética juega incuestionablemente un papel en la personalidad independientemente de la educación. El que tiene varios hijos sabe de las particularidades de cada uno más allá de las diferencias de edad y circunstancias en los que se desarrollan. Las condiciones educativas pueden ser similares, pero al final hay multitud de factores que

Evo Morales

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En el siglo XIX, cuenta la leyenda, que el embajador británico fue humillado y obligado a dejar La Paz y abandonar Bolivia. La reina Victoria, furiosa por el trato recibido pidió ver en un mapa Bolivia y la tacho condenándola a ser olvidada. La falsa leyenda, sin fundamento histórico, parece que haya marcado el destino y los vaivenes de un país pobre, atrasado y siempre al borde de la guerra civil. Estos días se decide en Sucre el destino del país en forma de una nueva Carta Magna. La refundación del viejo Alto Perú, que se debía haber consensudado entre todos los bolivianos, parece que va a ser aprobada con el exiguo 50% que le dieron las urnas al MAS. La oposición, derechista y mayoritariamente criolla saca sus fuerzas a la calle y los muertos se apilan una vez más. Evo Morales jamás tuvo vocación demócrata. Al mejor estilo populista impuso sus razones a fuerza de bloqueos y barricadas levantando las fuerzas indígenas contra la minoría opresora criolla. Al reseco pueblo aborigen no l

La huida de Félix

Bajó las escaleras y pasó por el bar. El interruptor de la puerta le puso en contacto con el conserje y éste al reconocerle le franqueó la puerta. Al salir vio a dos compañeros respirando el aire viciado de sendos cigarrillos. Pudo apenas esbozar una sonrisa, pero no más. El paseo andaba desierto. Tomó dirección al cercano calvario y ahogando la frustración que le hinchaba las venas del cuello subió unas decenas de metros hasta que el pueblo quedó reducido a una maqueta con marionetas y vehículos de juguete. Alla en lo alto un avión rompía la bóveda perfecta con un juego de lineas blancas que escapaban de sus toberas. Sentía deseos de gritar, pero años de autorepresión y cierta verguenza le impidieron hacerlo. Los ojos se aguaron sin llegar a estallar convirtiendo las montañas en curvas trémulas. La cosa había empezado como de costumbre. Sin provocación, sin venir a cuento. Aquella estúpida niña de primero. El aspecto físico le resultaba repulsivo, por más que su parte racional le reco

Elisa Abducida

Elisa no tenía vida propia. Su cuerpo y quizá parte de su alma pertenecía a la gran multinacional minera de la que era directiva. El departamento de contabilidad era su principal responsabilidad aunque dada su tendencia a no saber decir que no le tocaba bailar en otras pistas y otros rítmos. Ya entrada en la treintena dejaba escapar días y meses entre toneladas de molibdeno de China a Bélgica y celdas de la hoja de cálculo. No se le daban mal los números ni el orden y por ello era apreciada en su trabajo. Su formación y mundo le daban una perspectiva de las empresas que no siempre cuadraba en un país de vagos poco acostumbrado a más eficiencia. No obstante se las arreglaba para no ser corrupta en un ambiente donde el que no lo era se le tomaba por tonto. Entre montañas de papeles pasaba el día encerrada en su cuchitril de pocos metros cuadrados. Rodeada de recuerdos de sus viajes a por el mundo soñaba con vacaciones en las ciudades del norte de Europa. Aquel sábado de noviembre acudió

80 años

80 años Pensar en el papá es imaginarlo como a él le gusta, armado con su caña y con su atún descomunal que año tras año aumenta de peso y tamaño. Si buceamos en la memoria Liliana y yo vemos aquel padre que llenaba de imaginación y dinosaurios el bosquecillo del convento de San Jerónimo. El papá siempre estaba dispuesto a utilizar su taller para fabricar un juguete con dos trozos de madera que yo robaba de la basura de Ferragud. Siempre dispuesto a mostrar orgulloso los cuadros de su hija pintora. Cuando sabía de la llegada de un eclipse me ahumaba un cristal de reloj para que pudiera tener el privilegio de verlo antes de los 35 años, que sería la siguiente ocasión en que tendría lugar. Cuando otros niños me lo intentaron arrebatar estropearon el cuidadoso ahumado y por primera vez me escapé a la relojería para que mi querido papá arreglara el entuerto. Cuando nos hablabas de ciencia con la emoción de alguien que siempre ha querido seguir aprendiendo nos sentíamos fascinado

La clase de inglés

Cuando llego a la zona de parking ya ha caído la noche. Dando tumbos por los baches del gran descampado y levantando una polvareda, los coches se van situando en un orden no establecido pero casi siempre lógico. A la hora en que yo llego la mayoría empieza a salir de la ciudad y alguna de las prostitutas que se desparraman por la parte más alejada del centro llegan a fichar. Se suelen ver grupos de magrebíes que supongo que van a buscar algo de sexo que llene el vacío de una vida sin familia. Amas de casa, comadres y parejas apresuran el paso cruzándose conmigo. La pasarela se viste de los tonos naranjas de las farolas que no llegan a tocar el agua que por estas fechas sigue corriendo río abajo. Toda la fachada de la ciudad que da a río se asoma al cauce recortando sus siluetas con la de edificos más lejanos. Una niña llora porque los padres no le consienten ir al brazo. Parejas que van más que vienen. Hoy no estaba el acordeonista. Sentado junto al pretil del puente se esfuerza en sac

Castillo de naipes

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Stephen King no es un escritor especialmente conocido por su calidad literaria, más bien lo es por su volumen de ventas y por sus numerosas adaptaciones al cine. En la época en que mi suegro ingresaba de urgencias en el hospital me acostumbré a llevar un libro en el bolsillo para matar las largas horas de espera en las salas de espera para acompañantes. No era el caso llevar libros complicados o especialmente densos. Más bien me interesaban libros gordos y entretenidos como terapia para el aburrimiento. En un videoclub cercano al hospital encontré alguno de sus libros en edición de bolsillo y descubrí en él un autor más interesante y con más calidad de la que jamás hubiera esperado. Si bien su obra adolece en general de exceso de verborrea innecesaria, entre ellas se encuentran pequeños fragmentos deliciosos que describen con amarga ironía y sarcasmo la vida en los Estados Unidos y sus personajes. Amas de casa obsesionadas en el orden, adolescentes violentos a punto de estallar, escrit

Mirant el sòl, pujant al cel

I a mi soterreu-me sense dol Entre la platja i el cel... En la vessant d'una muntanya, Més alta que l'horitzó. Vull tindre bona vista. El meu cos serà camí, Li donaré verd als pins I groc a la retrama... J.M Serrat, Mediterrani La nit es trencava per l'est en un suau joc de color del negre al blau amb una subtil línia de color ataronjat. El dia es presentava magnífic després de les primeres nits de fred tardorenc intens. Troy va pujar en el maleter vint minuts abans sabent que quelcom es coïa i preparant el seu lloc en primera fila. L'arribada al circ de la Safor em sorprèn sempre per la magnificència envolupadora, per eixe sentiment d'acollida amable a pesar de les descomunals proporcions. Em sentia eufòric. Per a mi si la muntanya és la casa íntima del meu esperit, la Safor és el principi i la fi del meu sentiment d'amor per la naturalesa. Des de xiquet les ascensions a aquesta, la nostra referència comarcal, han marcat mom

Mirando el suelo, subiendo al cielo

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Y a mi enterradme sin duelo entre la playa y el cielo... En la ladera de un monte, más alto que el horizonte. Quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista... J.M Serrat, Mediterráneo La noche se rompía por el este en un suave juego de color del negro al azul con una sutil línea de color anaranjado. El día se presentaba magnífico tras las primeras noches de frío otoñal intenso. Troy subió en el portamaletas veinte minutos antes sabiendo que algo se cocía y preparando su lugar en primera fila. La llegada al circo de la Safor me sorprende siempre por la magnificencia envolvente, por ese sentimiento de acogida amable a pesar de las descomunales proporciones. Me sentía eufórico. Para mí si la montaña es la casa íntima de mi espíritu, la Safor es el principio y el fin de mi sentimiento de amor por la naturaleza. Desde niño las ascensiones a ésta, nuestra referencia comarcal, han marcado momentos que se han grabado en mi memoria. Días de s

La tiranía de la belleza

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Una tarde cualquiera de otoño. El sol bajo deja la ciudad sumida en el baño de colores fríos que antecede a la noche. Una pequeña perrita de cara chata, ojos saltones, patas largas y pelo corto, desvaído, gris y sucio camina como perdida en una calle atestada de coches que van y vienen del centro. Algo parece que la conmueve y en un cambio de rumbo suicida atraviesa la calle casi sin mirar y se acerca a dos mujeres que ni siquiera reparan en el diminuto animal. El suceso trivial se desvanece entre el torrente de coches, dos motos de policía y los obreros enfundados en cascos. Sólo yo y el viejo perro negro del taller, que le ladra afónico, parece que seguimos con cierta indiferencia la marcha del ser anónimo. La cara asustada del animal no fue capaz de inspirar compasión a nadie. Los seres humanos decidimos en algún momento de la historia adoptar a los perros como animal de compañía y sin intención previa fuimos seleccionando genéticamente sus caracteres hasta tener tal variedad de dif

Las carga el diablo

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Ayer a mediodía lucía un hermoso sol de noviembre. Desde abajo del río las siluetas casi negras de los naranjos y los edificios contrastados por la luz limpia se recortaban frente al degradado en azules del cielo sin neblina. Como siempre Troy correteaba olfateando aquí y allá mientras me traía cañas para que jugara con él. En eso estábamos cuando las campanas del Real de Gandía empezaron su pausado toque de difuntos. Cuando ascendíamos por el camino de vuelta a casa la megafonía del pueblo anunciaba entre ecos rebotados la hora del entierro del niño de trece años que había fallecido el día anterior de un disparo de escopeta en circunstancias que no quedan claras. Hace unas semanas en la clase de Comunicación Audiovisual estuvimos viendo la película de Michael Moore "Bowling for Columbine" y parecía que hablábamos de un planeta diferente al nuestro. Aquello parecía cosas de aquello americanos locos y en nada nos afectaba. Hace una semana llegó la noticia de la pacífica Finlan

La Mala educación

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¿Qué es la buena y qué es la mala educación?. Por supuesto hablando de educación tocamos temas relativos en tiempo, diferentes según la cultura, la religión, la geografía y a tantas miles de circunstancias que nos hacen ser y por ello actuar de una forma u otra. Un buen amigo afirmó ya hace años que cada vez que en un cruce se deja cede el paso a otro vehículo que no tiene preferencia pero está esperando, se crea una onda de vibración positiva que probablemente hará que en otra ocasión el beneficiado haga lo mismo. La educación es el lubricante social que convierte en armónicas las relaciones entre individuos respetando esa invisible aura que consideramos íntima e inviolable. Educar suele ser decir no, poner barreras. No se entra sin pedir permiso antes, no comas con los dedos, no des pelotazos contra la pared de la vecina, no cruces la calle sin mirar. Por tendencia e instinto tendemos a imponer nuestro propio egoismo a los demás desde que somos pequeños. Lo hacen las personas, los si