La Mala educación

¿Qué es la buena y qué es la mala educación?. Por supuesto hablando de educación tocamos temas relativos en tiempo, diferentes según la cultura, la religión, la geografía y a tantas miles de circunstancias que nos hacen ser y por ello actuar de una forma u otra.



Un buen amigo afirmó ya hace años que cada vez que en un cruce se deja cede el paso a otro vehículo que no tiene preferencia pero está esperando, se crea una onda de vibración positiva que probablemente hará que en otra ocasión el beneficiado haga lo mismo. La educación es el lubricante social que convierte en armónicas las relaciones entre individuos respetando esa invisible aura que consideramos íntima e inviolable.





Educar suele ser decir no, poner barreras. No se entra sin pedir permiso antes, no comas con los dedos, no des pelotazos contra la pared de la vecina, no cruces la calle sin mirar. Por tendencia e instinto tendemos a imponer nuestro propio egoismo a los demás desde que somos pequeños. Lo hacen las personas, los simios, los perros y cualquier animal con un mínimo de inteligencia. Probamos una y otra vez las fronteras de nuestra libertad hasta que topamos con la libertad de los demás. El no se convierte así en el límite entre nuestro propio espacio de libre intimidad y las de los demás.

Si hablamos de protocolo o diplomacia estamos pasando a esferas superiores en las que auténticos especialistas, los diplomáticos, evitan herir susceptibilidades que pueden llegar a conflictos entre estados y naciones.

Estoy convencido que un maleducado es un tirano en potencia. Insultar gratuitamente, entrar en una sala cerrada sin pedir permiso, romper los bancos de un parque, pintarrajear un tren o no saludar a los compañeros de trabajo son pequeñas muestras de tiranía ejercida hacia los demás. Gestos de pequeño tirano que hace prevalecer el ego y que poco a poco derivan en tensiones, invasiones de espacios de poder ,que consideramos nuestros, o rupturas de relaciones. Creo que el dictador tiene tendencia a ser maleducado, a insultar en vez de argumentar, a dejar de respetar los espacios ajenos para imponer las ideas propias, no escuchar y pontificar negando el derecho de los demás a sus propias opciones.

En la pasada Cumbre Latinoamericana se produjo un incidente en el que Chavez insistió en entrar en su conocida demagogia donde todos son malos y fascistas excepto él mismo. Como dictador que es, insistía e insistía en cortar el discurso de Zapatero provocando con su mala educación la crispación de la delegación española.

Cuestión de matices, pero el rey no le mandó callar como se ha afirmado. Más bien le preguntó que porqué no se callaba. Creo que aquí la precisión del lenguaje le falló al monarca tal vez demasiado acostumbrado al tuteo. Don Juan Carlos es bien conocido por su afición al tuteo que le da cierta gracia castiza, se dice propia de los Borbones, que suele caer bien. Pero en este caso su costumbre fue la trampa: en este caso correspondía un Usted seguido de su frase, ¿Porqué no se calla y deja continuar al señor Zapatero?. Si el rey hubiera sido escrupulosamente educado en su cabreo, hubiera matizado las distancias correctas evitando la posterior y manida queja del golpista venezolano. Zapatero en su distancia correcta y educada supo estar a kilómetros tanto del Rey como de Chavez, supo utilizar la educación unida a la diplomacia y el protocolo para reforzar su discurso y no arruinarlo. No siempre me gusta Zapatero, pero esta vez estuvo a la altura de un presidente de gobierno de España.

Sospecho que todo el teatro, como dicen los italianos, ¡E si non è vero, è ben trovato!. Si no fue preparado se aprovechó bien. Después de un año de osos borrachos el monarca estaba necesitado de ese toque popular que tanto ha gustado entre los españoles. Un brote de mala leche le ha reconciliado con la mayoría,dada la abundancia de comentarios de apoyo por todos lados, pero creo que las palabras han hecho flaco favor a la causa que defendía. España en determinados sectores sigue siendo vista como la madrastra colonial a odiar y gestos regios como estos no ayudan a cambiar percepciones, completamente falsas, pero arraigadas entre los demagogos americanos.

En mi pequeño pueblo de Real de Gandía la mala educación inunda la política y de las malas caras y de los gestos descorteses se está pasando a las descalificaciones, al insulto y a las amenazas. La cortesía ha degenerado en cortes de mangas y a estas alturas se han perdido las formas. Mientras las fuerzas de la sociedad se diluyen en polémicas y demagogia, la calle sigue sucia y el pueblo descuidado. Un poco de educación, un poco de respeto y al final los políticos se dedicarían a trabajar en el bien público y no perder horas y horas en discusiones estériles que sólo a ellos les importan.

Mi comarca muere entre basuras y obras. La falta de una educación cívica nos ha llevado a destrozar el hermoso paisaje que heredamos de nuestros antepasados. Los márgenes y las cunetas se llenan de basura, a un año de su restauración, la ermita de San Antonio ha perdido todos los focos que la iluminaban. El incivismo y la falta de educación, arruinan mi mundo y están acabando con el único planeta que conocemos pueda albergar vida. Sólo en la ética personal, en la educación de todos y cada uno de nosotros está el remedio a esta humanidad con tendencias suicidas en la que la mala educación es la práctica más habitual.

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