Sueño de una noche de verano


"A mi compañera Conxa Llorca hoy que cruza una etapa volante en la que será seguro una larga vida"

Escucho a Boccherini en una calurosa mañana de quince de agosto. Es una melodía hermosa la de "Los españoles se divierten por las calles de Madrid" para empezar mi primer día de vacaciones completas de este verano. Este 2012 está resultando un año difícil en muchos sentidos. Nuestro país se enfrenta a una profunda crisis que, ahora mismo, se disimula entre el calor y las vacaciones de estas semanas. Tras el paréntesis llegará de nuevo septiembre. Furioso y tenso.

Hace dos días cambiamos los planes tras encontrar el cine de verano con la taquilla cerrada. Con los bocadillos y las bebidas buscamos un sitio donde cenar y, no sin antes haber mantenido las típicas peloteras familiares sobre la idoneidad del lugar, nos decidimos por la escollera del puerto de Gandía.

Hay una piedra plana, algo así como a media distancia de su longitud total, que conocemos desde nuestra juventud. En muchas noches de verano de hace veintitantos años nos sentábamos en el mismo lugar y disfrutábamos abrazados del maravilloso espectáculo de la línea de playa con todas sus luces dibujando los hitos arquitectónicos, de la temblorosa brisa o del agua rielando bajo los muelles del puerto. La especial posición permite una panorámica de 360 grados desde las luces de Denia a las de Cullera. En la noche la vista recorre el estallido de luces de las playas o sigue los barcos que van y vienen. Como si se tratara de la banda sonora incidental, las olas llegan en formaciones romanas a estrellarse contra las defensas pétreas. Aquí y allá los pescadores se intuyen por las luces verdes que como luciérnagas vibran en el extremo de sus cañas. Si hay suerte incluso la luna puede asomar flotando del mar o se pueden ver los estallidos de color de los castillos pirotécnicos de las fiestas de los pueblos.

Creo que todos tenemos lugares especiales en nuestra geografía vital. Tal vez sea un árbol donde solíamos jugar, un banco en un parque donde por primera vez nos enamoramos o una cumbre desde donde entendimos por primera vez nuestra pequeñez y la inmensidad del mundo perdida nuestra vista entre sierras y valles. El paisaje, para nuestra desgracia, es mucho más permanente que nosotros mismos y cuando volvemos a uno de nuestros santuarios personales ya nunca somos los que fuimos aunque seamos nosotros mismos.

En veinte años que han pasado tenemos una hija maravillosa, miles de kilómetros a nuestras espaldas, momentos inolvidables, nuestros padres están en su vejez, nuestra salud se debilita golpeada por los años y arrastramos mil momentos y experiencias a nuestras espaldas. El bagaje de nuestra vida incluye tanto los mejores momentos que jamás pudimos imaginar, los logros y los triunfos personales como las más clamorosas decepciones y sueños rotos. La vida no es una tarea fácil.

Cual Ulises que regresa a Ítaca, a veces, volvemos a puerto. La inmensa roca plana sigue aferrada en su lugar y nosotros recuperamos por un momento esas hermosas sensaciones primárias que nos unen con aquel homínido africano que disfrutó de un cielo de estrellas en algún desierto árido, con aquel polinesio que seguía el vuelo de las a ves hacia una lejana isla o con el jinete de las estepas que vio las praderas mecerse acunadas por el viento. Algunas noches de verano parecen eternas, plenas de sentido en nuestro devenir. Alguno de esos momentos parece que hacen renacer de nuestros genes aquel "yo" que fuimos en la vida de nuestros antepasados.

No es un gran año, es verdad, pero seguimos vivos y hay todavía muchas cosas por las que merece la pena luchar. Si vale la pena esperar es precisamente por esa intuición de que si se nos concede la gracia de la vida todavía podremos disfrutar de estos maravillosos, eternos y fugaces sueños de verano.


Comentarios

  1. Està vist, Jordi, que qui és artista és artista: Pintura, fotografia, disseny, escriptura... i segur que moltes altres coses més que desconec. Espere que el temps em permeta seguir assaborint algunes d'aquestes múltiples facetes teues.
    Una abraçada.

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