Fotos de nuestros padres



Estos días estoy digitalizando viejas fotos de casi todas las décadas desde el principio del siglo XX. Almacenadas sin orden ni concierto en cajas y sobres parece que reclamaban un alma caritativa que las rescatara de su pasiva espera.

Recuperar una vieja colección de fotos es como iluminar viejas estancias abandonadas que ya nadie visita. En esas fotografías apenas se reconoce un paisaje y unos personajes que ocuparon nuestro espacio natural y que ahora se degradan tal como lo hacen los productos químicos. El blanco y negro se transforma, por causa de un deficiente revelado, en un gris mortecino que hay que recuperar a base de trabajar la curva tonal. Nadie sospechaba que algo llamado ordenador iba a recuperar los momentos del pasado tanto como su lozana juventud en el futuro. Las arrugas en el papel, los trozos arrancados, el polvo y las rayaduras atacan las imagenes pero a la vez les dan un viejo sabor añejo. ¿Qué recorrido han tenido esas fotos hasta llegar a mis manos? Algunas han pasado ya seguramente por tres o cuatro generaciones antes de llegar a mí.

El tubo luminoso baña el cristal y metódicamente transforma papel en un mosaico de miles de teselas que viajan por cables y circuitos. Las fotografías, una vez positivadas, adquieren vida propia que las aleja del momento del disparo o las acerca a los protagonistas una vez pasado. Han tenido una vida encerradas en cajas esperando su destino iluminando los recuerdos como buen vino de barrica madurando en la oscuridad y los años.

A la luz del escaner, que magnifica esas diminutas copias tan al uso desde los años cuarenta a los sesenta, salen grupos alegres en sus rituales celebrando, casi siempre, los hitos del año y de la vida.
Es conmovedor reconocer tanta juventud y vitalidad en un momento en el que la mayoría han fallecido o sufren las taras propias de su avanzada edad. Caras conocidas y desconocidas teatralizan la pose con esa coqueteria de la juventud. Mi madre, en pleno proceso de desmemoria, recupera la sonrisa al ver que es capaz de reconocer a los protagonistas. Pasado el tiempo, mi padre y ella reconocen más abiertamente los comentarios sofocados por la discrección o la amistad en el pasado. Novias que no llegaron a ser. Matrimonios donde uno de sus miembros se destacaba por su presunta homosexualidad o relaciones que se perdieron en el tiempo.

Muchas veces olvidamos que nuestros antepasados tuvieron una vida plena llena de ilusiones, desgracias, tristezas, dicha, amor, secretos confesables e inconfesables. Como hijos o nietos apenas sabemos más que la parte pública de la vida del que ha sido nuestro padre o nuestra madre. Cada persona esconde su vida privada, ese recinto íntimo donde ocultamos aquello que no debe ser sabido. ¿Qué sentía aquella joven que fue mi abuela en los años veinte? ¿Qué les llevó a casarse a esos novios frente a la iglesia? ¿Fue el amor, fue la pasión, la desesperación, la falta de oportunidades o fue el dinero? ¿Qué se esconde detrás de cada persona?

Mi madre recuerda con ternura los vestidos de su juventud, su color, cómo le sentaban. Con coquetería reconoce abiertamente que era más guapa que alguna de sus amigas. Mi padre, al preguntarle, recuerda el pasado y reconstruye historias a punto de extinguirse. Dos ancianos se reconocen en quienes fueron y recuperan por un momento el brillo de la mirada. Mi madre me dice emocionada que le gusta ver las fotos que aparecen en la pequeña pantalla del teléfono. Ignora lo que es facebook pero entiende la emoción que compartimos recuperando el tiempo pasado.

Siempre me ha obsesionado ese mágico poder de la imagen. Hace tiempo que veo la fotografía como ese patético intento de sobrevivir a la desmemoria, ese deseo por capturar el tiempo que se escapa como agua entre las manos. Si bien es un intento vano, fracasado desde el mismo momento en que se abre el obturador, al menos devuelve parte del ensueño y tanta vida renace efímeramente. Me pregunto qué será de las decenas de miles de fotos que tengo. Tal vez alguien me reconozca, entienda mi amor a la naturaleza, mi família, mi mundo, mis viajes y por un momento una sombra de mí renacerá en el futuro.

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