Coraje

Dedicado a mi esposa

Durante la guerra fría se inventó el famoso teléfono rojo que debía comunicar a los máximos dirigentes de las potencias. Se temía que un descuido o una falta de contacto entre los mandatarios pudiera lleva a pulsar el botón que provocara una guerra de sin retorno. Tal vez en el imaginario colectivo de los empleados del banco donde trabaja mi esposa sobrevolara esa metáfora de un botón, rojo corporativo por supuesto, que llevara a una decisión de la que no te puedes volver atrás o arrepentir. 

Hoy, uno de marzo del aciago 2013, doce de la mañana, era el momento elegido para poner fin al proceso voluntario de acogimiento al Expediente de Regulación de Empleo. El fatídico botón, una pantalla de ordenador en realidad con una casilla de verificación, permitía acogerse a la gratificación otorgada a los que voluntariamente aceptaran marcharse de la que ha sido su empresa.

Cada trabajador habrá sopesado a estas alturas todas sus posibilidades, debilidades y fortalezas, tal y como gusta el vocabulario moderno de gestión empresarial. Los hay casados y con hijos, único sustento de sus familias. Solteros y con rentas. Casados y con cónyuges con sueldo estable. Jóvenes, de mediada edad y a punto de jubilarse. Cada uno se habrá hecho la autoevaluación de sus posibilidades y habrá decidido apretar el botón seguro de que cualquiera de las dos alternativas implica ventajas y riesgos. Me meto en su piel y pienso que hay que tener coraje. Decidir apretar un pequeño cuadro blanco rodeado de pixeles negros que va a determinar el futuro. Saber que de este pequeño gesto de dejar el blanco o dibujar una cruz va a depender tu vida debe ser una decisión angustiosa.

La vida no se acaba mientras uno no muere. Mientras hay vida hay esperanza. De las decisiones del presente depende nuestro futuro y hay que construirlo con cariño, con mimo, pieza a pieza. Tal vez es el momento de estrenar traje nuevo y proclamar con orgullo que somos quienes somos, válidos y capaces. Es tiempo de renacer con toda la dignidad. Tenemos la ocasión de ofrecer a la sociedad toda nuestra capacidad de reinventarnos y dar lo mejor de nosotros mismos. Merecemos luchar y demostrar que la vida sigue a pesar de Bárcenas, el Duque em-pal-ma-do, Olivas, Domingo Parra, Jaume Matas, Correa, Camps, el Bigotes y toda la camarilla de políticos y personajillos que medraron como termitas y corrompieron la casa común.

¡Coraje!

Comentarios

Entradas populares de este blog

No era el dia, no era la millor ruta. Penya Roja de la Serra de Corbera.

Animaladas

Andrés Mayordomo, desaparecido un día como el de hoy