Por el humo se sabe dónde está el fuego


Ayer domingo los vecinos de la zona del Instituto María Enríquez tuvieron espectáculo gratuito a costa del incendio que prendió los cañaverales y la maleza que ha medrado en el cauce del Serpis. Aviones, helicópteros y vehículos de la policía y los bomberos atendían los focos del fuego, en ocasiones llamaradas enormes, cortaron la carretera nacional y controlaron el acceso de curiosos. El suceso quedó bien documentado con las imágenes y vídeos de los curiosos.

En si no tendría más importancia si no fuera el símbolo de una sociedad en decadencia que ha perdido el norte, no ahora, sino en los tiempos en que nos considerábamos equipo ganador en una primera liga.

Ya hace tiempo que paseando por las zonas de huerta se ve el estado de abandono por culpa de una sociedad que no valora ni paga el trabajo agrícola. Los escombros y la basura son dejados en un rincón con total desvergüenza porque es más cómodo y porque los pueblos antes pagan por tener buenos castillos de fuegos pirotécnicos que por un punto verde donde abandonar trastos y escombros. Somos una sociedad de nuevos ricos, ahora arruinados, que ha permitido que proliferen los envases de todo tipo especialmente los de plástico sin pensar en qué hacer al acabar su uso.

En los años del descontrol creamos decenas de polígonos, carreteras y autopistas sin pensar en el mantenimiento. Ahora hay muchas zonas que se han quedado capadas en su uso agrícolas y en un limbo administrativo. Nadie las vigila y no hay medios para mantenerlas al día. En esa tierra de nadie crecen las malas hierbas sin que haya dinero para enviara equipos de mantenimiento para mantenerlas bajo control. No hay más que pasear por los solares de los polígonos de Gandía, Almoines y el Real para ver los montones de muebles viejos, restos de obras y todo tipo de desechos. Cuando hay un montón es como un imán donde se abre la veda de la desvergüenza. De eso somos responsables como sociedad al no poner remedio.

Los cauces del río se están llenando de cañaverales que se apoderan de la superficie a la espera de la próxima riada. Entonces llegará el agua en tropel y se llevará las toneladas de materiales que se llevarán adelante puentes y llegarán al mar para acabar formando pilas de troncos, plásticos, trastos y botellas en las playas. Incluso la zona que se ordenó del cauce del Serpis se ha abandonado, probablemente porque lo hizo el gobierno anterior y quieren demostrar que fue una mala idea.

Somos una sociedad mediocre que vivió a golpe de chequera y de crédito. Creamos infrastructuras pero no pensamos en la necesidad de mantenerlas. Todavía el ayuntamiento de Gandía se gasta el dinero trasladando esculturas y poniendo otras, haciendo conciertos y corridas de toros ruinosos y no se dedica a lo esencial que es la gestión del día a día. Arruinados como están buscan dar sablazos con multas e impuestos y farolean el día de la procesión del santo. Por desgracia podemos señalar ejemplos en todos los pueblos. Finalmente nos gastamos más dinero reparando las cosas mal pensadas que el que nos gastaríamos so lo lleváramos al día. Prevención es una palabra de la sanidad i formación es una palabra de la educación. ¿Os suena?

El humo que ayer volaba hacia el sur nos indica de donde sale el fuego y señala a una sociedad que se ha basado en el negocio fácil y no en la creación de una estructura sostenible en lo ecológico o en lo económico. En cuanto ha llegado la crisis el caos se adueña y entonces tenemos que atender lo que no supimos ni quisimos preveer. Por desgracia esta forma de política se extiende a la sanidad, a la educación, al ejército, al tejido industrial. España convertida en una cáscara vacía donde prolifera el estercolero y los fuegos descontrolados. Por el humo se sabe dónde está el fuego.

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