Auir, política de hechos consumados


Los sonidos graves de la música cañera se propagaban como un sordo latido entre la esponjosa humedad de la tarde. El flamante chiringuito, recién estrenado, de la playa del Auir ya albergaba el público indolente que abunda en discotecas. El aparcamiento y el camino estaban repletos de coches en su ir y venir a la playa. Si o si playa con música, te guste o no. La paz que se respiraba antaño ya se terminado por el momento. Los criterios del ayuntamiento para ordenar el espacio eran claros, a saber, nada más entrar la zona para discotequeros, los siguientes hacia el norte los perros y, ya los últimos, los nudistas.

La pasarela que empezara a ser construida al principio del verano estaba ya repleta de caminantes, corredores o incluso bicicletas. Los carteles que aleccionaban sobre la prohibición de acceder a la duna eran ignorados por algún propietario de perro que pateaba las cimas despreocupadamente.

El espacio, remanso de tranquilidad nueve meses al año, sufre ya las consecuencias de la nefasta política del ayuntamiento de Gandía. La intención es clara. Hay una suerte de colonización paulatina del espacio en el que primero se acostumbra a la gente a ira a bailar en una zona de de protección especial a cualquier hora del día. Con esa excusa, y dado que va gente, se abren más caminos y se hacen más aparcamientos y cuantos más se atraen más se justifica violar el entorno. Como segunda punta de lanza se abre una pasarela que va de Gandía a Xeraco como si, toda la vida ha ocurrido, los turistas no pudieran ir andando por la orilla del mar, más sano, por pisar arena y más seguro para la vida animal y vegetal de las marjales. Una multitud va y viene por la nueva vía ajena a las consecuencias.

El próximo año ya pretenden construir una pasarela elevada que, más allá de crear corrientes de aire que deformarán el cordón dunar, tapará las vistas desde la playa y alejará a los animales. La estrategia de colonización es clara.

La política del gobierno municipal no es ninguna novedad. Con el amparo de los votos el Gobierno del Estado de Israel va enviando colonos a áreas de Palestina para que se creen nuevos asentamientos. Una vez en el lugar expulsan a los habitantes, urbanizan la zona y con el tiempo, hechos consumados, manifiestan sin pudor que no van a abandonarla. Putin, también elegido por los votos en Rusia, envió soldados sin distintivos a zonas de Crimea y una vez ocupada con ayuda de los partidarios locales se la arrebató a Ucrania. Ahora está enviando "convoyes de ayuda humanitaria" cruzando sin complejos las fronteras reconocidas internacionalmente. Hitler con la escusa de los Sudetes ocupó Checoeslovaquia sin pudor y en su arrogancia ocupó Polonia apostando a lo que creía caballo ganador. En su caso provocó una guerra de terribles consecuencias. Si hablamos de esta zona podemos recordar al alcalde de Pego que fue encarcelado por saltarse a la torera las leyes que regían el Parque Natural de la Marjal Pego-Oliva. Hechos consumados. Unas veces se salen con la suya pero otras, no olvidemos, acaban pagando por sus actos.

Es típico de una mentalidad autoritaria este tipo de política. El gobierno municipal de Gandía tiene unos intereses muy claros y una meta que es la de acabar con la playa del Auir tal como la conocemos. Ante la llegada de las elecciones hay que poner tantas picas en Flandes como sea posible. No importa la ruina del erario municipal. Hay dinero para pasarelas. No importan las zonas de protección especial de 500 metros en los alrededores de la zona protegida de las marjales o el río Vaca. No importan los derechos de los animales que van quedando arrinconados y sin espacios para sobrevivir y procrear como hicieron durante miles de años. No importamos los ciudadanos de la comarca que no nos gusta cómo se hizo la playa ni la masificación que hace que sea lo más parecido una colmena de apartamentos o una manifestación en la primera línea de playa. No importa acabar con ese paisaje que lo sentimos nuestro porque es parte de nuestra vida. Creo que el ayuntamiento es parte, por pequeña que sea, de esta política global que está provocando la sexta extinción en masa de la vida en la Tierra, son parte, de ese cambio climático que está derritiendo los polos y es aprovechado para esquilmar más las bolsas de petroleo y pelear por el dominio de la ruta del Norte. La política de prioridades está en esquilmar hasta el agotamiento cada pedazo de tierra, de planta, de animal o de recurso que tuvieran para hacer más y más negocio. Es, sin duda, una política de hechos consumados que está dando sus frutos si es que no decidimos ser los tontos útiles, las comparsas que callan y votan. Hay que mojarse o habrá que hablar del hecho consumado de haber perdido el último espacio de paisaje primigenio que queda en nuestra playas.

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