Conexiones

Hace unos días recibía una llamada ofreciéndome un servicio de supervisión de audiencias en páginas web. El número parecía ser de Madrid dado su inicio en 91. Por pura curiosidad intelectual había seguido un enlace ofrecido por facebook dos días atrás para probar tal servicio y lo había activado sin mucho convencimiento. Así es que la empresa tomó la iniciativa y allá al otro lado del auricular tenía una chica, hablando un perfecto castellano nativo. Me ofrecía realizar un tutorial para que me familiarizara con las herramientas, el cual, con toda la amabilidad que me fue posible, rechacé argumentando que con la llegada de agosto me tomaba unas vacaciones y estaba muy ocupado. Fue el día siguiente que recibí un correo de mi interlocutora M.S. Peiró agradeciendo mi atención y emplazándome al mes de septiembre para realizar el dichoso tutorial. En mi contestación le comenté que su apellido es terriblemente popular en nuestra comarca y que tenía bastantes Peirós en los alrededores contando mi cuñado, una gran amiga de mi hija muy querida en nuestra familia, mi primo y hasta el polideportivo del pueblo.

Efectivamente me confirmó que ella misma era de Pego y que sus abuelos eran de Real de Gandía. Vaya casualidad, respondí, yo trabajé hace años de profesor en el instituto de Pego. En un nuevo correo, ya completamente alejado del tutorial y toda relación profesional, me confirmó que había sido alumna en el centro durante mis años de profesor. Como la tenía a mano, envié una foto del grupo de profesores y le indiqué que era el que llevaba un cartabón en la mano y en primera fila. En la foto muchos de nosotros cargabamos con objetos que denotaban nuestra especialidad. Es una foto, pasados ya veinte años, histórica, entrañable. Mis compañeros, alguno de ellos ya fallecido, otros con los que he perdido el contacto, algunos de mis mejores amigos, Nora, Paco, Joan Mohedano...

No tardó en llegar la confirmación. Yo había sido su profesor de dibujo en primero y ella una adolescente de catorce años hoy profesional de una empresa alemana trabajando desde Bonn. Los dos siguientes correos ya fueron en ese idioma que nos une profundamente a los que somos de este rincón del mundo, el valenciano. Celebramos con alegría el encuentro y la casualidad y el amor por esta tierra a la cual ella esperaba volver en unos días para sus vacaciones.

Al llegar a casa hoy mismo tenía un comentario en una foto compartida en el facebook de mi estimado profesor de dibujo Rafa Requena comentando el parecido de mi hija con el estudiante de tercero que él conoció en el instituto María Enríquez de Gandía por allá el principio de los ochenta. Es cierto, yo también fui alumno e igualmente perdí el contacto con mi profesor durante unas décadas. Como suele pasar con los adolescentes yo tenía una gran confusión sobre el futuro profesional que deseaba y, dado que me entusiasmaban las ciencias, era capaz de lidiar con las matemáticas y me encantaba la historia parecía que económicas era una opción válida para vivir una vida adulta.

En tercero se había fundado una revista en el instituto que sobrevivió dos cursos. Se llamaba "Pensat i Fet, la revista de l'Institut Nou" y pretendía, con bastante éxito, potenciar la creatividad de los alumnos del centro. Rafa Requena fue el adulto, entre otros profesores, que nos guiaba en el intento y yo lo recuerdo como una persona jovial, llana, amable y terriblemente creativa. Admiraba su talento con la música, todavía lo recuerdo tocando el ukelele frente al fuego en Tabarca, su capacidad para el diseño gráfico y el manejo de una cámara de fotos reflex que yo ni en sueños me podía permitir. Fue él, sin pretenderlo probablemente, el que con unas sencillas palabras cambió mi destino de aburrido contable a profesor y diseñador gráfico. Un día, no recuerdo ya ni el contexto, me dijo que yo tenía instinto para la publicidad. Un profesor, un alumno, circunstancias favorables y el detonante de unas palabras que dieron en la diana de la vocación.

El mundo es hermosamente extraño en ocasiones. Cuando explico geometría hay veces que atisbo ese orden secreto del universo que hace que una estrella de cinco puntas contenga en su estructura la clave de la proporción aúrea o que la esfera sea la estructura que requiere menos energía y es más estable para crear una pompa de jabón. Creo que entre los seres humanos existe una suerte de geometría maravillosa que une vidas y destinos. Somos energía de un pasado que nos ha llegado de la mano de familia, de amigos, de profesores y somos los precursores del futuro de los jóvenes.

Mi hija está cursando estudios de Comunicación Audiovisual, ya a punto de entrar en tercero. Ella fue enganchada por ese hilo de seda sutil desde la más temprana edad. Siempre me vio ser creativo y ella misma supo expresarse desde que tenía pocos años con una de las primeras cámaras digitales de juguete que le compramos. Ella no los conoce pero en su destino estan los genes de unos abuelos, por ambas partes, artistas y amantes de la escritura con los de profesores, conocidos y desconocidos que fueron transmitiendo la sabiduría generación tras generación. Como en una red neuronal cada cual es una unidad conectada con el devenir histórico. En un torbellino constante unimos nuestro presente con los sueños y pasiones de los que nos precedieron y, a su vez abrimos las puertas a los que llegarán si somos capaces de gestionar este mundo acelerado.

M.S. Peiró vive y trabaja en Alemania. Espero que sea por propia voluntad y no por ese exilio forzado por la crisis. Mi hija ignora, por el momento, cual será su futuro en un país donde arte y artistas son poco considerados. Los adultos, especialmente los profesores, debemos de luchar por un sistema educativo de calidad y seguir con esta tarea titánica de transmitir la pasión por el saber y la ilusión por llegar a ser aquello que nos hace realmente felices.


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