El Titanic ecológico



Hace unos años, creo recordar, fue Saramago, quien en una nevada excepcional que había bloqueado las entradas a Madrid recordó, frente a las críticas por la insuficiente cantidad de quitanieves, que no estamos en condiciones de ganarle siempre la partida a la Naturaleza.

Estamos en un mundo donde un cáncer se puede operar o tratar, en el que vamos a la otra punta del mundo en unas horas, abrimos montañas o enviamos naves al espacio. Tendemos a pensar que no hay problema que se nos resista ni que nos venga grande.

A vueltas con el incendio estoy oyendo todo tipo de comentarios. Si en el fútbol parece que cada uno lleva un entrenador, en este caso parece que todos somos técnicos forestales, ingenieros, pilotos y bomberos a partir de los comentarios de uno y otro signo. Si además le sumamos el sesgo político las filias y las fobias se manifiestan con esa agresividad tan frecuente en redes sociales y que atenaza la convivencia amable.

Yo, reconozco, no tengo más que una idea general de estas cosas según lo que he leído y por la experiencia del senderista que conoce todos estos paisajes ahora pasto de las llamas. En mi opinión estamos ya hablando más de un problema de origen y consecuencias globales que no locales exclusivamente como fue en el pasado.

En unas pocas décadas hemos pasado de una convivencia reglada con la naturaleza a un estilo de nuevo rico que ahora nos pasa factura.

Para empezar partamos del hecho indiscutible de que el fuego ha sido y es parte de la ecuación de los bosques mediterráneos. Hay plantas, como las palmeras, que resisten los incendios, otras que los aprovechan para diseminar las semillas y, lo que es más inquietante, plantas que están diseñadas para arder con facilidad y brotar las primeras tomando ventaja frente a otras especies. Por experiencia sabemos que un monte quemado más pronto o más tarde se regenerará, si no con árboles si con otro tipo de vegetación.

¿Si sabíamos que hay incendios entonces porqué se repoblaron las montañas con pinos?. ¿Por su interés económico? Si nunca edificamos dentro de un bosque porqué de repente llenamos las montañas de casas con árboles rodeando todas las parcelas. ¿Nos creímos el sueño del rey en su castillo y además muchos hicieron el negocio llenando espacios naturales de casas? No hay más que ver zonas como Calpe, Monte Pego o la urbanización Panorama de Oliva para pensar que es una lotería que un día u otro afectará a esas zonas y vendrán los lamentos. En la ocupación tradicional de las montañas los edificios siempre estaban separados con un perímetro suficientemente amplio de las zonas arboladas. No es el caso.

Si visitamos zonas como les Covatelles o la Sierra del Monduver podremos ver cómo lo que fueron bancales con almendros, olivos o algarrobos ahora, son pinadas densas o zonas de vegetación baja que arde con facilidad. Cualquier chispa o descuido enciende el fuego en estas zonas, como ocurrió en el pequeño incendio que hace unos días prendió en el Monduver y que, por su escasa repercusión, pasó desapercibido. Esa noche hubo mucho movimiento de visitantes para ver el eclipse de luna. En una zona que se puede acceder con vehículos quien sabe si una mínima chispa de un tubo de escape pudo ser la causante.

Y por último, pero sin completar las múltiples causas posibles, el cambio climático que nos está llevando a fenómenos más violentos. Calor extremo en mayo, por ejemplo. 40 grados cuando el incendio de Pego, tormentas secas con aparato eléctrico, sequía desde hace años que ha vaciado los acuíferos de muchas fuentes de montaña que hoy en día sólo son un recuerdo de lo que fueron.

Hablamos y hablamos de cerrar la herida, de cantidad de medios, de estrategias para apagarlo, pero olvidamos cuan compleja puede ser la gestión del fuego en una naturaleza que hemos vuelto loca. La realidad es que tenemos más masa forestal que la que hemos tenido en mucho tiempo. Las fotos históricas nos muestran montañas peladas donde hoy hay zonas arboladas. Hay científicos que dicen que el exceso de CO2 las plantas lo están tranformando a base de crecer más y más. En el Amazonas han aumentado su volumen absorbiendo mucho del CO2 fósil que lanzamos por los tubos de escape. Falta que suba la temperatura un poco más y tendremos en la mayor reserva arbórea del planeta los incendios que ya se están produciendo en zonas cercanas al círculo polar ártico.

Los cambios se deben de producir a todos los niveles. No se trata de "enviar parados a limpiar las montañas" como dice gente con más ingenuidad que sentido común. Probablemente una política de gestión de las montañas  llevaría a mejor actuación en caso de incendio, pero a la larga será sólo parchear una vía de agua que nos está llevando a extremos jamás vistos en la historia de la humanidad y sólo comparables a grandes cambios climáticos anteriores a nuestra especie.

Viendo políticos que tendrían el poder de cambiar las cosas como Trump negando la mayor, viendo la evolución de la población humana, nuestro estilo de vida y mil y un factores no soy optimista. Esto no es más que el principio.

Y para acabar no quiero dejar de decir que debemos hacer más los de abajo y los de arriba. Esto o es tarea de todos o de nadie.

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