El Santo Padre


De vuelta al blog tras meses de silencio creativo en lo que a escritura se refiere vuelvo con un tema que me ronda hace tiempo la cabeza.

El jefe de la Iglesia Católica, el Papa, recibe el nombre de "El Santo Padre", combinación de palabras que nos llevan a la idea de la bondad de un buen padre protector. El recientemente elegido Papa Francisco está tomando decisiones sorprendentes después de décadas de aislamiento de la cabeza de la Iglesia respecto al mundo real. En mi vida ya se han sucedido unos cuantos pontífices de diferentes colores y con el paso de la vida he ido sintiendo cómo la religión en la que fui educado fue volviendo, desde un mucho más tolerante Concilio Vaticano II, hacia unos derroteros elitistas alejados del sufrimiento de muchos de sus fieles y de mi forma de entender el mundo. La humillación que Wojtyla sometió en público a Ernesto Cardenal no es más que un símbolo de arrogancia de una Iglesia que sometía a sus sacerdotes más abiertos a la sociedad, condenaba con crueldad la diferencia sexual o a las madres solteras o a los divorciados para, a la vez, tapar sus propias vergüenzas con un manto de oscurantismo y protección corporativista. Simultaneamente llevaba al poder y a sus cercanías a las órdenes más conservadoras del catolicismo, algunas de ellas contaminadas por comportamientos terriblemente perversos. No hay más que hablar de su relación con Marcial Maciel.

Ayer en la radio un transexual transmitía, con felicidad evidente, qué sentía tras una conversación y una posterior visita al Papa Francisco. En un mundo en el que somos educados en la fe, sentida con honestidad y de corazón por muchas personas, es terriblemente cruel ser marginado, rechazado e incluso insultado por avatares que nos afectan, algunos de ellos consustanciales a nuestro ser y otros derivados de las circunstancias vitales. Nadie elige ser heterosexual, transexual o homosexual, nacemos con ello. Nadie desea divorciarse, a veces es la única salida.

Si la propia esencia del ser humano es imperfecta, y así se proclama, desde el Génesis, también es cierto que Jesucristo aceptó a muchos de los marginados de su tiempo sin negarles el derecho a la redención. La Iglesia Católica, destacadamente la española, no ha sido precisamente un ejemplo de caridad cristiana. Todos conocemos gente cercana que ha sufrido por no poder comulgar, por ser calificada de pecadores por haber acabado con una relación que no funcionaba, mientras que los que se lo podían permitir acudian a los tribunales eclesiásticos y obtenían la nulidad. Mis padres, por poner un ejemplo, no pudieron pagar altar mayor y se casaron en uno de los laterales de la Iglesia Colegiata de Gandía mientras un dictador desfilaba bajo palio.

No guardo ningún rencor a la Iglesia Católica puesto que algunas de las personas que me influyeron y a las que admiro son parte de ella. No fui maltratado ni abusaron de mi en la infancia en un colegio religioso. Ya siendo adulto he tenido buenos amigos entre los sacerdotes y no reniego de la grandeza moral de muchos de ellos que he llegado a conocer. Dicho sea todo esto cada vez veía alejarse más y más esa Iglesia en la que me educaron entre conflictos de crueldad, malos tratos y pederastia.

Me alegro que haya llegado la figura del Papa Francisco porque no se puede negar que es el referente moral de millones de personas en el mundo. Me alegro que haga honor al nombre y sea a la vez ese padre que puede discrepar con sus hijos pero a los que no va a condenar ni a rechazar. La Iglesia Católica tiene derecho a tener su propia idiosincrásia y opiniones diferentes, de hecho el propio Papa se manifestó en un momento en que todo el mundo éramos "Charlie Hebdó" como contrario a los insultos y a la mofa de los sentimientos religiosos. Yo estoy de acuerdo con él tanto como con el derecho a ser irreverente aunque yo mismo no desee serlo con ninguna creencia.

En un mundo donde parece que todo vale resulta todo un soplo de aire fresco una persona con su poder e influencia que decida gastar coches utilitarios, que sea sencillo y humano en sus palabras y sus actos,que condene la perversión del capitalismo o que tome el teléfono y llame a una persona que sufre para estar a su lado. Si sigue así hará honor a su adjetivo protocolario: santo. ¿O en qué consiste la santidad sino en ser persona en el sentido más amplio?

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