La vida te da sorpresas

Recuerdo el famoso tema salsero de Ruben Blades, "Pedro Navajas". La historia de un matón y su discusión con la prostituta por las calles de Nueva York. Al final, disimulado entre cantinelas se dice "Maleante pescador, mal anzuelo que tiraste, en vez de una sardina un tiburón enganchaste".

La canción se corresponde bien con esta noticia típica del sofoco y la mala vida en las ciudades, que ayer daban los periódicos, en la que un anciano de 77 años mató a una mujer, y a punto estuvo de cargarse otros dos, por una discusión de tráfico. Parece que el tipo era extraño y solitario según cuentan sus propios familiares y algo en la discusión debió de encender la mecha de una bomba que no se detuvo. En el paroxismo de la situación llegó incluso a rematar a la mujer herida por una primera bala y empezar a disparar a diestro y siniestro. Sólo él sabrá la descarga eléctrica que recorría sus neuronas. Los testigos dicen que actuó con aparente frialdad y él se ha negado a declarar.


Entre las informaciones de prensa se cuenta que la pareja del vehículo contrario le lanzó como un insulto la palabra "viejo" («¡Qué haces, viejo!» o «¡Eres un desgraciado!») y le retaron en un alarde de fuerza escupiendo incluso en el cristal delantero del coche del anciano. ¿Porqué llevaría una pistola? Quien lleva un arma es que algo teme o sobre algo alguien quiere imponere. ¿Cuales eran los miedos del anciano?


Recuerdo un amigo que era grande y fuerte como un gorila. Era un tipo que imponía y se aprovechaba de la situación para defender sus posturas. Una vez incluso en una discusión de tráfico, en la que él era el peatón, agarró un bloque de un solar cercano y lo lanzó contra el coche contrario saliendo por piernas sin que el otro llegara a poder hacerse con él. Le salió bien la jugada. Muchas veces este tipo de comportamiento tiene premio por desgracia: la impunidad.

Nuestro mundo es demasiadas veces una violenta jaula donde encerrados disputamos el espacio vital. No pensamos muchas veces que hemos convertido la violencia y el desprecio en un arma arrojadiza para sacar ventaja social. Poco pensaba el matrimonio la que se le venía encima, pensaron que tenían sardina y encontraron tiburón. Por otro lado hemos convertido en inútiles a los ancianos. Ser joven no es una virtud como ser anciano no es un pecado, pero hemos hecho de la palabra viejo un tabú, una lacra... 

Me imagino que en situaciones habituales los tres implicados serían personas calificadas de normales. Incluso sus amigos y familiares verán las bondades que tenían. El anciano, aunque considerado raro y irascible, parece que volvió de una vida en el sur de África para cuidar de su madre y el matrimonio tenía un par de hijos. Gente corriente...

Cuando el desprecio, el miedo y el insulto se imponen podemos acabar siendo auténticos asesinos. No creo que ninguno de nosotros esté libre de la ira por eso y para eso deberíamos usar algo que se llama educación y respeto. Respetar debería ser la máxima de nuestra conducta. Cuando despreciamos a alguien, o cuando abusamos de la violencia no sólo somos peores sino que además podemos estar despertando al mismo demonio. Donde las dan las toman.





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