Ser Padres, ser hijos

Traducción de la entrada anterior al castellano.


Discurso de la ceremonia de graduación 4ESO. Colegio Carmelitas Gandía

Estimadas amigas, queridos amigos.

Por un momento querría que padres e hijos os mirarais unos a otros.

Querría que recordarais el largo camino desde que entramos en el colegio. Querría que iluminemos con la memoria tantas vivencias desde que cruzamos estas puertas por primera vez.

Tener hijos supone una enfermedad de nueve meses que, felizmente, dura toda una vida. Sí, ser padre o ser madre es sufrir, pero como decía Santa Teresa de Jesús

“Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor”.

Ser padre es, pues, sentir un inmenso amor por vosotros, como, de la misma manera, sufrir por amor a vosotros.

Algunos de los que hoy cumplís el ciclo escolar teníais apenas dos años. De nuestra mano entrabais llorando al sentiros abandonados en una escuela que os separaba del entorno de un hogar próximo y cálido.

Con un nudo en la garganta os dejábamos en la clase realmente angustiados...

Era volver, sin embargo, unas horas después y comprobar que la tempestad había pasado. Salíais felices... y... como si nada.

Eran los años en que como un trenecillo os ibais al teatro o de excursión a la playa. Para nuestra frustración no contabais casi nada al volver. ¡Con qué gana habríamos tenido un agujerito por donde ver lo que hacíais!

De eso, probablemente, casi no se acordáis. Sin embargo, para nosotros, padres y madres, son de los recuerdos más queridos de nuestra vida.

Cada año un nuevo profesor o profesora os regalaba vida y entusiasmo en vuestra formación. Vosotros, ibais cumpliendo las etapas del sistema escolar desde la tierna infancia hasta la explosiva adolescencia.

¿Recordáis? De disfraz en disfraz, de evaluación a evaluación, de navidades a carnavales y de fallas a festivales de fin de curso, vosotros os habéis hecho mayores y... nosotros empezamos a estar ya mayores....

La escuela ha sido la escuela de la academia, pero sobre todo la escuela de la vida. Mientras el mundo rodaba y pasaba de los noventa al nuevo siglo XXI, habéis crecido como personas en la dialéctica de la relación y el conflicto. El ying y el yang, el blanco y el negro que completan el círculo.

Han estado muchas las luchas para superaros, los hitos del saber, las amistades, las relaciones con los compañeros y los profesores: a veces han sido fáciles, a veces no.

En les viajes habéis abierto los ojos a un mundo más grande y a una vida fuera de la familia. Recordad la granja-escuela, los viajes a París o la nieve. Cada salida era, sin que os percatarais, un paso hacia la vida independiente. El paso adelante de personas que quieren encontrar su lugar en el mundo.

Y, ahora que llega el verano, el colegio se quedará vacío, lleno de los ecos de tantas lecciones. Mirad cada detalle de los patios. Las escaleras, las ventanas, las aulas... Deberéis dejar la que ha sido vuestra casa. Pero sabéis que sois y seréis parte de su espíritu.

Nosotros empezamos a ser pasado. Vosotros, estimados alumnos, ya sois el futuro.

Poco a poco os entregamos el testigo de nuestra vida, nuestro país y nuestra sociedad.

De aquí unos pocos años tendréis la responsabilidad de ser los que llevéis la nave.

Tenéis el compromiso de transmitir el testigo del saber. Debéis hacer continuar la vida y la familia. No os olvidéis de seguir luchando por un mundo mejor sin dejar de intentar llegar a la excelencia, como profesional y sobre todo como persona.

Si habéis aprendido bien la lección, un día gozaréis la maravilla de ser padres. Sabréis qué es tener un hijo o una hija y verles crecer. Seguiréis la rueda de la vida...

Y nosotros continuaremos aquí. Siempre al vuestro lado, gozando con vosotros de vuestros éxitos y sufriendo si las cosas no van bien. Porque, aunque no la veis, nos une una cuerdecita invisible pero muy fuerte que nos ata para toda la vida.

Este es el oficio de ser padres y madres. No se acaba ni ahora ni nunca y por eso mientras nos queden fuerzas

siempre, siempre,... estaremos con vosotros.

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