Cosas de perros

Es complicado tener un perro si realmente quieres tener un ser adaptado a la vida social humana. Por más que se lee y se aprende sobre su comportamiento es difícil saber cómo hacer para que el animal reaccione de manera adecuada.

Ayer salimos a correr, como de costumbre, y, llevando el perro atado, se acercó un boxer y atacó al pobre Troy que no hizo sino retroceder acobardado ante su agresivo congénere. Ya es la segunda vez que ocurre y la verdad es que si soy racional me debo de alegrar de tener un animal tan pacífico que ni siquiera se atreve a responder un ataque injustificado. Por otro lado una parte de mi cerebro incontrolable y salvaje le gustaría que respondiera con tal grado de respuesta que el otro perro no tuviera más remedio que escapar.

Educamos a nuestros hijos y a nuestros perros con nuestras escalas de valores y les transmitimos nuestros aciertos y nuestros errores en la manera de percibir el mundo. O tal vez lo pensamos y la genética y el instinto es el que les hace ser así. ¿Hasta qué punto es una cosa o la otra? La verdad es que no lo se. Mi amigo Paco dice que los perros acaban teniendo el mismo carácter que sus familias de acogida y pienso que en mi caso así ha sido. Prefiero ser una persona cordial y afable y no me gusta el enfrentamiento. La agresividad me desconcierta y procuro que los míos sean así. Estoy seguro que muchas personas me dirán que hago lo correcto pero otros me dirán que el que no defiende su territorio y el de los suyos se arriesga a que le borren de la historia. Juzgar la violencia no es fácil. Seguro que cualquiera dirá que defiende la paz en el mundo pero la discusión cambia si hablamos del derecho de defensa en la época de los nazis o en nuestra guerra civil del 36. Si cuando se ataca la democracia nadie sale a defenderla siempre habrá vándalos dispuestos a hacerse con el poder. No se si he cercenado el instinto de mi perro pero la verdad es que, dado que está a mi cargo, que sea un animal que se comporte de forma pacífica. Me gustaría que se defendiera si es atacado injustamente pero no se qué ganaría yo o él si matara o atacara otro ser vivo. No es fácil educar para la defensa.

La educación de los perros es un espejo del esquema de valores de la sociedad actual. Los viejos trataban a los perros como tales y estos, a su manera, eran mucho más responsables puesto que vagaban por las calles día y noche acudiendo de tanto en tanto para comer y hacer vida de manada. Para poner el animal en el orden jerárquico no se actuaba de manera muy diferente a como se hacía con los niños. Recuérdese aquello de "la letra con sangre entra". Desde luego no estoy de acuerdo con el viejo adagio, pero por otro lado un cachete o un pescozón suave es la manera más clara de que el animal y el niño te entienda y lo dice alguien que jamás ha puesto una mano encima a un alumno. Se que hay gente que opina que siempre es humillar al niño pero yo jamás he sentido más que amor por mis padres y algun que otro cachete me dieron. Creo que el cachete es una muestra de cariño tanto como la caricia y que en realidad duele más el que alguien que nos quiere se ofenda con nosotros que el dolor físico. Mi abuela jugaba conmigo dándome en el trasero o pellizcándome mientras yo me retorcía entre risas. Recuerdo que picaba el azote pero también la felicidad del juego. Curiosamente no recuerdo apenas los cachetes o azotes de mis padres pero sí el sentimiento de verguenza de saber que les había ofendido.

La situación ha cambiado mucho en los últimos años. Se conoce mucho más sobre los perros y su etología y la sociedad es mucho menos autoritaria. Según se ve en los muchos programas y libros sobre su educación los seres humanos estamos volcando sobre ellos los mismos valores abusurdos de la falta de criterio, de liderazgo y de valores. Estamos creando en muchos casos animales cerriles y agresivos que reproducen un mundo donde la educación de los niños brilla por su ausencia.

En los foros de internet sobre la educación de animales se critica a partes iguales el erroneo tratamiento laxo que produce en el animal la sensación de que ha de ser él el que lidere la casa o por el contrario los métodos educativos rígidos y autoritarios. Hay quien considera que darle un pescozón o un grito es una falta contra el animal.

Definitivamente los perros, que nos han acompañado tantos siglos, son el reflejo de nuestra sociedad y por ello hay tantos que acaban locos como una cabra. Como sus propios amos...

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