Trump: la revolución de los paletos


Paleto: "Poco educado y de modales y gustos poco refinados"

Fui educado en los valores de la cultura. Mis padres no gozaron de la posibilidad, tan siquiera, de estudiar más allá de la escuela básica pero siempre inculcaron en casa la importancia de la lectura y del conocimiento. Mi madre, poco antes de morir, ya con la mente muy perturbada me agradeció que le trajera un Hola, una lectura sencilla, pero aseveró que la próxima vez mejor un libro. Mi padre hablaba de la teoría de la relatividad o de los avances científicos a partir de sus lecturas continuas de revistas de divulgación. Ya en la adolescencia fui guiado por Damián Catalá un intelectual de origen anarquista que ya hablaba de la revolución de la genética a partir de sus lecturas en francés de los primeros libros que anticipaban los cambios que hoy estamos viviendo. Siempre he valorado la importancia del conocimiento y la cultura como medios para lograr el enriquecimiento personal, el aprendizaje y la comprensión del mundo. La ideología, desde mi punto de vista, siempre se debió cultivar por medio de la reflexión.

Trump. La ignorancia cuando no la mentira deliberada en estado puro. Tras décadas de postmodernidad en las que se ha adormecido la conciencia popular por medio de mensajes sencillos, hemos ido creando un monstruo. Durante años hemos visto cómo el mensaje sesgado llegaba por múltiples medios: el héroe solitario que se enfrenta armado a las élites corruptas del poder. Era y es un mensaje tramposo pero fácil de digerir entre aquellos que se alimentan de telerealidad, telepredicadores o tweets incendiarios. Internet, la gran caja de pandora, es fuente de conocimiento tanto como de manipulación. La vida en la pantalla, los videojuegos y los mensajes rápidos van agotando la capacidad de lectura y reflexión de mucha gente. El índice de lectura de libros decae mientras se extiende la filosofía barata y simple a través de las redes sociales. Parece que la campaña de odio se ha extendido como el fuego sobre la gasolina en una masa de ignorantes que asimilan mensajes sencillos sin tener suficientes recursos mentales para cuestionar las mentiras que son servidas como verdades.

"America first" (América primero) recuerda peligrosamente al "Deutschland über alles" (Alemania por encima de todo) de los nazis. Los alemanes, una de las sociedades más avanzadas de la época se dejaron seducir por un mensaje de victimismo nacionalista. El miedo se hizo el amo del periodo y se dejaron libres todos los demonios que esconde el alma humana.

Nos relajamos durante unas décadas en las que el dinero fluía como sin fin. Pensamos que era el final de las ideas y que bastaba con vivir, tener una casa, una hipoteca, dos televisores, dos coches e ir una vez en la vida a Disney World. Incluso Obama pecó de soberbia minusvalorando la capacidad de odio de un marrullero como Trump. Frente a los insultos de éste desplegó un discurso irónico en la cena de corresponsales de 2011, subestimó el poder del odio y de las ganas de revancha. Creo que todos los que vivimos y sentimos la cultura consentimos o, siendo más condescendientes, no supimos ver que llegaba la revolución de los paletos, de esa parte de la población que no entiende, que odia a los que entienden y que se alimenta de mensajes y mentiras sin contrastar. Esa parte de gente que piensa que para ser grande otra vez hay que pisotear al emigrante, humillar a las mujeres, mentir, ser deshonesto, desproteger a los débiles y blindar tu fuerte con una empalizada, sobre todo mental, contra la cultura, la solidaridad, el respeto al medio ambiente o todos esos valores que dignifican al ser humano.

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