La familia, ese peligroso cóctel

Hace más de un año, tras aparcar mi coche en el parking de Gandía fui testigo de una discusión que me recordaba al dramatismo de sainete de las películas italianas. Era una discusión tan descarnada como histriónica. Visto desde fuera resultaba hasta cómica, desde dentro la imagino como la punta de un iceberg de desesperación. La hija, una adolescente crecidita, negándose a subir al coche e insultando con lengua viperina. La madre gritando y el padre desesperado sollozando mientras miraba al cielo preguntándose por su destino y clamando por su desgracia. Parece deducirse por los resultados de las encuestas del CIS que la familia es un valor importante para nuestra sociedad. Creo que en parte el éxito de los anuncios de IKEA está precisamente en que ofrece el ideal de lo que nos gustaría que ésta fuera y se produce la identificación inmediata. Un mundo de pisos no muy grandes pero llenos de vida, niños saltando en los sillones, padres amables, abuelos sonrientes, cenas y comidas familiar...