Vacío II

"No te daré mucho trabajo, tengo el cuello muy fino". Con esta frase Ana Bolena, exclamada ante el verdugo que había de separar de un hachazo la cabeza de su cuerpo, cerró la historia de amor, obsesión y crimen que culminaba en el cadalso. El rey, Enrique VIII, tres años antes escribía cartas apasionadas y ciegas donde toda la responsabilidad e intereses del cargo que ostentaba cedían ante la locura de amor. Un chorro de endorfinas y el cerebro instintivo del reptil se mezclaban con un alma de artista. Enrique VIII era capaz de ser un político sagaz, un creador de obras de arte que parece que no cuadre con su instinto asesino. Sofisticación, cálculo y pasión son cócteles peligrosos. Hace unas horas escribía un artículo sobre los desaparecidos, hablaba del caso de la muchacha Sevillana Marta del Castillo y su desaparición que todos intuíamos ocultaba una muerte violenta. A lo largo del día he comprobado que la mayoría de las fotos que se hicieron públicas fueron tomadas en el ...