Los años de los cumpleaños

Hacia el año 2000 España estaba en el punto álgido de su aparente "milagro económico". Parecía que el tiempo de las crisis había pasado y éramos un país moderno, dentro de un proyecto del primer mundo llamado Unión Europea y con todas las papeletas para vivir algo parecido a lo que fuera "american way of life" en los cincuenta.

Empezamos a vivir en urbanizaciones a las afueras, empezamos a comprar coches ostentosos, a tener personal de servicio latinoamericano, a crear la cultura de los centros comerciales con sus cadenas de restaurantes de comida rápida, a viajar y a pensar, en definitiva, que éramos finalmente ciudadanos del próspero primer mundo.

Recuerdo que me desagradaba mucho la cultura creada en torno a los cumpleaños de los niños. Cada niño de colegio concertado, entre ellos mi hija, debía tener un cumpleaños donde se invitara a toda la clase. "Luna Lunera" era el local de moda en aquella época. Merienda de niños, mamás interactivas poniéndose al día de los cotilleos locales, payasos y cumpleañero vestido de rey y princesa para la ocasión. Para los padres era asistir a treinta cumpleaños, hacer treinta regalos y organizar un fiestorrón si o si.

Cada cumpleaños era un debate sobre quien invitar y quien no. Al principio a toda la clase, no fuera a ser que ofendiéramos sensibilidades. Cuando pasados los años alguien no lo hacía con tu hijo te planteabas si hacerlo o no. Mi esposa solía decir eso de que " es que a la niña le hace ilusión". Yo contestaba "si contratáramos un portaaviones de la armada americana para darles una vuelta también le haría ilusión". Era un puro derroche. Un montón de regalos y una cuenta abultada para dar el tono social apropiado. Siempre pensé que una fiesta con unos pocos niños seleccionados, en casa y con cuatro globos hubiera sido suficiente. No era cuestión de tacañería sino de puro sentido común. No me gustaba esa idea de nuevo rico, pero así es Gandía, aquella éra la circunstancia, como hubiera dicho Ortega.

Hoy desayunamos con la noticia de que la ministra Ana Mato tuvo pagadas las comuniones de sus hijos y sus cumpleaños por la trama de corrupción que sacude al Partido Popular. Resulta que finalmente no éramos tan raros como yo pensaba. Lo de los payasos era algo común entre la clase media-alta y nosotros lo copiamos como suele hacer la clase media-media. Eso sí, yo pagué mis cumpleaños y a ellos les salió gratis.

Los niños de los políticos influyentes merecen más payasos y mejor fiesta, por lo visto, que los que merecieron los nuestros. Fuimos pecadores, sí, porque nos dejamos llevar muchas veces por el ambiente general de despilfarro. Pero por lo menos no robamos, ni nadie nos pagó nuestros caprichos y si lo hicimos fue porque estaban al nivel de nuestras posibilidades, no por encima de nuestras posibilidades, como se nos acusa ahora por parte de los mismos que saquearon la caja común.

PD. Ya lo entiendo. Nos acusan que eran gastos por encima de nuestras posibilidades. Ellos claro están no se pasaban de su sueldo oficial, para eso ya tenían  la trama Gurtel y a los tesoreros creativos y podían ahorrar y ser ciudadanos conscientes de sus gastos.... ¡Venga ya...!

Comentarios

  1. En mi casa no hemos gastado por encima de nuestras posibilidades, y hoy en día lo poco que habíamos ahorrado para la universidad de nuestra hija se nos está yendo en aguantar un pequeño negocio familiar, para no ser un número más en la oficina del paro. Los puqueñísimos autónomos estamos agobiados, se trabaja sin alegría, sin ilusión y con ganas de que llegue la noche para cerrar los ojos y no pensar. Luego te levantas escuchas las noticias, la desfachatez con que nos tratan y las exigencias y recortes de quienes nos gobiernan y te dan ganas de echar a correr y no parar.
    Yo nunca he vivido por arriba de lo que podía, así que se busquen otra excusa.
    Perdona por la extensión del comentario, pero cuando te leo me veo reflejada en tus post y no puedo dejar de relacionarlos conmigo.
    Un saludo, y no dejes de escribir, hazlo por los que no nos sabemos expresar tan bien como tú.

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  2. Hola ana r. Gracias ante todo por leerme. Para mí el blog es mi particular terapia o rincón del pataleo y me ayuda mucho saber que alguien llega a leerlo.

    Es triste que nos toque vivir esta situación a los que sólo hemos trabajado honradamente para sacar adelante a nuestras familias y es lamentable que nos hagan sentir culpables.

    El banco también se llevó nuestros ahorros para la universidad de nuestra hija atesorados durante décadas, así que no te imaginas cómo os entiendo. Mi padre fue autónomo y es injusto ver cómo se maltrata a trabajadores que eligen ser independientes. Es injusto ver cómo las administraciones se han aprovechado de muchas pequeñas empresas que viven ahogadas por los impagos. Tengo amigos y familiares en esa situación y me pongo en vuestro lugar.

    He pasado muchos meses sin escribir por ese mismo sentimiento del que hablas: la falta de ilusión y ese cansancio mental que nos desgasta día a día.

    El estado de bienestar se implantó en Europa para evitar los riesgos que llevaron a las Guerras Mundiales y ha sido el mejor regalo para tener sesenta largos años de paz y prosperidad. Es cierto que había que hacer reformas pero no cargar todo el peso en nuestras familias e hijos.

    Si tu hija o la mía acaban en la universidad serán una generación excelentemente preparada para acabar no teniendo trabajo o siendo explotadas por un sueldo que no permite vivir ni independizarse. Realmente no hay derecho.

    El problema es que nos convenzan que las soluciones neoliberales son las únicas. En realidad son las que convienen a un tipo de pensamiento que busca el beneficio aún a costa de destruir la estabilidad y la prosperidad social.

    No me queda más que animarme yo mismo para animarte a ti. Siempre he pensado que una experiencia inolvidable nos espera en el futuro, que nos hará imensamente felices, que puede dar sentido a nuestra vida. Hay que luchar por él unidos por un mundo mejor. Un abrazo. Si estamos unidos hay esperanza. ;)

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  3. “Quien se para a llorar, quien se lamenta contra la piedra hostil del desaliento, quien se pone a otra cosa que no sea el combate, no será un vencedor, será un vencido lento”
    Miguel Hernández

    Gracias por tu respuesta.

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