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Mostrando entradas de enero, 2008

La multitud

Las naranjas se van disponiendo en filas sobre los rodillos. Como una multitud que huye tras una bomba en un estadio las filas se empujan unas a otras en una cadencia irregular pero con secreta geometría. El sonido de las máquinas, secadores, carretillas y cintas invade el espacio de un sordo mugido que se ve acompañado de latigazos que rebotan en las paredes de las naves. Del primer lavado suben y bajan enloquecidas hasta ser clasificadas como objetos y no como organismos naturales. Las naranjas en su ciega carrera saltan como poseidas para situarse en la escala social de los cítricos, primera, segunda y a la peladora. Rosana es un autómata más en el inmenso almacén. Sus manos expertas determinan la elección del montón que su trabajo mantiene en equilibrio. La caja, cumpliendo su función de horma, va llenándose de naranjas en capas ordenadas según los principios de la ancestral sensatez femenina. Trabajo de manos de madre dando sentido y orden al caos inicial. "¿Treinta y cuatro

De tal palo tal astilla

Pilar picaba la cebolla a toda velocidad. El ambiente de la cocina estaba impregnado de vapores aceitosos que parecía que alcanzaban hasta el mismo tuétano. Ese insignificante trabajo manual la liberaba del pasado. Si alguien podía llamarse feliz esa era Pilar. Empezar de nuevo con cuarenta y ocho años. Un nuevo paisaje, un nuevo trabajo de cocinera, un ecuatoriano feo y bajito pero amable y servicial. A sus ojos era lo más parecido al príncipe de los cuentos que por efecto de un beso pasaba de rana al más apuesto de los caballeros. El motor rugía libre de toda cortapisa bajo la superficie nacarada del Audi quattro. Cerca de seis mil euros de accesorios especiales lo habían convertido en un híbrido entre el diseño original y la carroza de cenicienta. Cada vez que entraba en una rotonda ceñía su contorno con la precisión de un fórmula uno. El sentido de la estética de Carlos Jurado, “el Charly” por voluntad propia, nacía del submundo de las discotecas de horario nocturno completo. Un b

El asno

Estefan vivía en una vieja casita de huerta con paellero y parra. Los campos de naranjos se plegaban al desnivel en forma escalonada hasta morir en los cañaverales junto al río y por ello, la vieja casita tenía una excepcional vista sobre el cauce y los cercanos acantilados arcillosos que caían a plomada sobre el recodo que hacía el río antes de desaparecer tras la curva. Sentado en una vieja silla de playa escuchaba la sordina del pequeño transistor a pilas enfrascado en la lectura de un best seller perdido en un parque de la cercana playa. No era fácil encontrar libros en su idioma y por ello lo tenía como un pequeño tesoro. Los perros rodeaban como esfinges a su dueño orgullosos de su papel guardián de la pequeña manada. De raza indeterminada habían adoptado a su dueño en diferentes encuentros a lo largo de toda la costa mediterránea. La larga peregrinación se había iniciado años atrás en una gran ciudad del norte de Europa. Estefan era entonces el coordinador de proyecto de una emp

Gravitación universal

La mañana hoy era gris y húmeda. Por el mar el cielo se cubría de cenicienta niebla. Paseando por el campo con el perro he oído el sonido de las mandarinas cayendo desde el árbol al suelo. Ya hace tres meses que debieron haber sido cosechadas, pero no fue así. La naturaleza ha seguido su implacable camino y ahora miles de ellas yacen sobre el húmedo suelo del invierno. La gravitación impone su sino como la muerte impone el suyo. Me he dado cuenta que la muerte está rondando mi subconsciente. Estoy coordinando un libro en el que participan diversos autores. Como muchos no han cumplido con su compromiso me he embarcado en hacer yo mismo varios de los trabajos y hoy paseando por el campo un chispazo tras la caída de la mandarina ha relacionado los finales de tres de ellos. El destino, la muerte que llega. No se si se trata del periodo depresivo por el que estoy pasando. El caso es que la muerte ronda mis ideas. Tal vez sea cansancio y exceso de obligaciones, tal vez el asma que se ha conv

El mundo al revés

Ayer, al final de la mañana, aparecía una noticia en las páginas de los diarios digitales y pronto llegó a telediarios y tertulias vespertinas. Cuando me dirigía al trabajo oía la entrevista que le realizaban a alguien relacionado con el Paris Dakar y cómo éste especulaba sobre motivos, razones y futuro de la suspensión de la conocida prueba. Parece que el gobierno francés, tan influyente como informado sobre las circunstancias y los problemas africanos, había desaconsejado el paso de la carrera por Mauritania. En principio la lectura de la noticia es literal y no supone nada más que la reacción lógica. ¡Claro, la seguridad de los centenares de participantes! En la conversación surge la duda. ¡Claro!. Las agencias de seguro, no se harían cargo de incidentes en caso de países en conflicto. La conciencia de organizadores y equipos está limpia. La caravana llevaba ayuda solidaria para los países y regiones por donde pasaba y aparte, según afirmaba convencido el entrevistado, generaba una

Frikis

Otra entrega de crueldad gratuita a costa de personas que no saben dónde debe estar el límite del decoro o simplemente buscan la fama. El programa de telecinco "Tú si que vales", en la más rancia tradición de las viejas ferias donde los monstruos humanos se mostraban como espectáculo de barraca, hace burla indecorosa de la dignidad de decenas de personas que se prestan al juego. El jurado formado por tres personas indudablemente inteligentes abre en canal la dignidad de sus invitados y machaca con crudo sarcasmo las ilusiones de tantas personas. Viejos izquierdistas que han vendido su alma al diablo. Con la superioridad que da el control de una situación hacen pedazos un mago aficionado sin dejarle un respiro para crear fantasía, hacen comentarios jocosos en las propias narices del cantante que desafina y vapulean al duo de payasos a la vieja usanza. No hay compasión ni respeto al prógimo, sólo pan y circo. Detras de las cámara el gran hermano del marketing decide quien apare

El sueño de los justos

Aquel sonido inquietante llenaba la mañana de invierno. Desde la cercana torre de la iglesia de San José ululaba lúgubre y estridente la sirena. Tomás miraba con curiosidad las alocadas carreras de los últimos vecinos que en carrera atropellada alcanzaban la entrada del refugio. Construido de forma casi artesanal por los obreros del comité popular de la UGT ,era poco más que una oscura conejera donde morir aplastado por la compacta tierra arcillosa que los aluviones del cercano río dejaran millones de años atrás. Tozudo como una mula se había resistido durante meses a las súplicas de la familia para correr con ellos y refugiarse de los bombardeos con que el bando llamado nacional castigaba la retaguardia republicana. Con ochenta años ni podía ni quería acalorarse con el aliento de la muerte. Si no era por la guerra sería por un catarro mal curado o de viejo. Toda su vida había sido tratante de caballos y por ello su casa apenas distaba unos metros del mercado de abastos donde los labri