Entradas

Mostrando entradas de 2008

Sardinas en lata

En el metro de París no cabía ni un alma. Empecé a sospechar la situación en cuanto bajé al andén 43 de la Gare du Nord y vi la multitud que se agolpaba a la espera del próximo B3 con destino al aeropuerto Charles de Gaulle. Por la manera en que vestían se podía suponer con bastante facilidad que todos teníamos la misma meta: la feria global de la alimentación. El género humano pierde a la carrera formas y elegancia cuando se convierte en muchedumbre. Efectivamente los empujones se sucedieron sin más ceremonias ni más malhumor por parte de los afectados en cuanto llegó el primer tren. Un cálculo rápido me permitió entender que no sería aquel mi metro sino como mínimo el siguiente. La tolerancia ante una situación desagradable aumenta cuando se ven los vagones llenos y la masa humana crece y crece. El cerebelo impulsa el instinto irracional y la adrenalina rompe amarras con la paciencia. Me preparé para el asalto y clavé el pie en el escalón hasta que con esfuerzo y a empellones me agar

La red de seguridad

Es un recuerdo que aparece difuminado entre las sombras de mi pasado. No se si las imágenes que saco del fondo de mi cerebro son realmente las reales o una recreación, un falso recuerdo. Estaba en el circo con mis padres, sentado en lo alto de unos graderíos de tablas de madera con los bajos huecos. La gran carpa era de color rojo y sobre la pista un grupo de equilibristas se desplazaban con sus bicicletas y pértigas de un lado a otro del cable tensado. De pronto un fallo en la corriente eléctrica y se hizo la oscuridad, gritos de terror y el sonido golpes y las pértigas tropezando contra el suelo. Mi padre, (¿O tal vez fue mi madre?) nos indicó que nos quedáramos quietos para evitar problemas mayores huyendo entre una avalancha humana en la oscuridad. No recuerdo si murieron del accidente alguno de los participantes. Sólo me parece recordar que la muchacha del grupo quedó con la columna lesionada. Tal como hace la aguerrida gente del circo trabajaban sin red como prueba de su valor en

On les fronteres no tenen sentit

Imagen
fotografies en picasa L'Astra ranxera amb matrícula de Westfàlia puja i baixa les costeres d'un paisatge suaument ondulat. Al fons destaca una imponent antena de telecomunicacions en un paisatge que es fa sinuós fins a convertir-se en la cadena de muntanyes que separa la Lusacia alemanya de Txèquia. Isabel, la veu que hem triat per al nostre GPS, ens ha ficat en un laberint de xicotets camins que a vegades fins són a penes una senda de tractors d'un sol sentit. En el defecte està la virtut i més enllà de la impersonal visió de l'autopista ens fiquem al pati posterior de la vida alemanya. La freqüent pluja crea espais d'un verdor profunda que destacaven més si és possible contra el cel completament aclarit i els camps de blat en simfonia de grocs i ocres. Per a l'ull d'un habitant del sud el paisatge resulta dolç, quasi de calendari de colors cridaners. Toni em pregunta per un lloc on prendre cafè en el moment que passem un poble perdut al paisatge. Un quiosc

Donde las fronteras no tienen sentido

Imagen
Fotos del viaje en picasa El Astra ranchera con matrícula de Westfalia sube y baja las cuestas de un paisaje suavemente ondulado. Al fondo destaca una imponente antena de telecomunicaciones en un paisaje que se hace sinuoso hasta convertirse en la cadena de montañas que separa la Lusacia alemana de Chequia. Isabel, la voz que hemos elegido para nuestro GPS, nos ha metido en un laberinto de pequeños caminos que a veces hasta son apenas una senda de tractores de un solo sentido. En el defecto está la virtud y más allá de la impersonal visión de la autopista nos metemos en el patio trasero de la vida alemana. La frecuente lluvia crea espacios de un verdor profundo que destacaban más si cabe contra el cielo completamente despejado y los campos de trigo en sinfonía de amarillos y ocres. Para el ojo de un habitante del sur el paisaje resulta dulce, casi de calendario de colores chillones. Toni me pregunta por un lugar donde tomar café en el momento que pasamos un pueblo perdido en el paisaje

Pactes, pactes, pactes

En un moment en què llig la notícia de la conflictiva elecció de l'alcalde de Simat, el meu amic Eladi Mainar, se'm ve el cap tot el complicat món de la política en general i la municipal en particular. En el poble en què visc l'anterior alcalde del PSOE vivia muntat en un xicotet ciclomotor recorrent els clots de tot el terme i explicant amb convicció els plans de futur per a convertir esta xicoteta població en un paradís de parcs, polígons industrials separats per corredors verds, passejos junt amb riu i fins una piscina coberta. Com vullga que fem una vida quelcom apartada de la resta d'habitants nascuts ací mateix, només ens arribaven ecos de descontent però semblava que quasi érem els únics que no teníem telèfon, internet o véiem terriblement mal la televisió. El resultat dels pactes postelectorals va ser concloent: el PP era el partit que junt amb el BLOC governaria el municipi. No va haver-hi massa inconvenients a gitar-se, políticament parlant s'entén, un ca

Pactos, pactos, pactos

En un momento en el que leo la noticia de la conflictiva elección del alcalde de Simat, mi amigo Eladi Mainar se me viene la cabeza todo el complicado mundo de la política en general y la municipal en particular. En el pueblo en el que vivo el anterior alcalde del PSOE vivía montado en un pequeño ciclomotor recorriendo los socavones de todo el término y explicando con convicción los planes de futuro para convertir esta pequeña población en un paraíso de parques, polígonos industriales separados por corredores verdes, paseos junto a río y hasta una piscina cubierta. Como quiera que hacemos una vida algo apartada del resto de habitantes nacidos aquí mismo, sólo nos llegaban ecos de descontento pero parecía que casi éramos los únicos que no teníamos teléfono, internet o veíamos terriblemente mal la televisión. El resultado de los pactos postelectorales fue concluyente: el PP era el partido que junto al BLOC iba a gobernar el municipio. No hubo demasiados reparos en acostarse, políticament

VACAS GORDAS Y VACAS FLACAS

VACAS GORDAS En España parece que hemos empezado a tocar fondo. Después de casi quince años de despilfarro el murmullo desconfiado escampa por todas las clases sociales y nadie parece confiar en el futuro. El gobierno a fuerza de repetir la consigna del todo va bien se va alejando del duro suelo y pasa al limbo de las palabras volátiles que nadie cree. ¿Pero qué pensábamos? A nadie se escapa que hace años todos, desde el primero al último, preveíamos el batacazo. Hace nada menos que cinco años yo estaba subido en la cinta transportadora de la histeria. Al grito de sálvese quien pueda los españoles buscábamos nuevas viviendas pagando el precio que se nos pidiera porque al año siguiente sería al menos un quince por ciento superior. Una ola de trabajadores llegados de todo el mundo cambiaban el color de los barrios mientras que los nativos nos refugiábamos en la seguridad de las urbanizaciones con piscina y zona verde. Los alcaldes y concejales se frotaban las manos ante la abundante fuen

Indiscutible majoria

Dedicat a Felix i el seu idealisme El meu company de treball Félix ha enviat un indignat correu aquest mateix cap de setmana supose que a tota la seua llista; avantatges d'internet a l'hora de difondre queixes o idees. Félix és aqueix tipus de persona estranya en el nostre món que encara té causes per les quals lluitar. En si mateix podríem dir que ell és una minoria conscienciada i solidària en plena campanya per tirar endavant els dos-cents temes que pul·lulen per les seues neurones. L'home estava indignat amb una cançó del grup Molòtov que sonava atronadora a les tantes de la matinada entre salts dels festers del poble on viu. En la lletra es proclama, sense dubtes i entre bromes de mal gust, la punxant homofòbia que es continua donant entre moltes societats llatinoamericanes de forma majoritària. Si bé aquest era el tema puntual de la queixa, en els fons de la seua carta subjau la defensa del seu dret individual a viure i deixar viure i la crítica a aqueix tipus massa m

Aplastante mayoría

Mi compañero de trabajo Félix ha enviado un indignado correo este mismo fin de semana supongo que a toda su lista; ventajas de internet a la hora de difundir quejas o ideas. Félix es ese tipo de persona extraña en nuestro mundo que todavía tiene causas por las que luchar. En si mismo podríamos decir que él es una minoría concienciada y solidaria en plena campaña por sacar adelante los doscientos temas que pululan por sus neuronas. El hombre andaba indignado con una canción del grupo Molotov que sonaba atronadora a las tantas de la madrugada entre saltos de los festeros del pueblo donde vive. En la letra se proclama, sin dudas y entre bromas de mal gusto, la punzante homofobia que se sigue dando entre muchas sociedades latinoamericanas de forma mayoritaria. Si bien este era el tema puntual de la queja, en el fondo de su carta subyace la defensa de su derecho individual a vivir y dejar vivir y la crítica a ese tipo masa mayoritaria que en base a la fuerza del grupo impone sus tendencias

El agua corre

Heráclito decía que nunca nos podemos bañar en el mismo río y ciértamente el tiempo corre repitiendo los ciclos pero sin llegar a ser una repetición exacta del pasado. En algún periódico leí que según estudios realizados a partir del uso del teléfono móvil los seres humanos no nos movemos, en general, más allá del radio limitado de unos diez kilómetros en todas las direcciones. Así que la tabla de medir los acontecimientos se suele resumir en este pequeño teatro. Mi mundo se extiende en un radio algo mayor; entre los siete kilómetros por el sur, hacia Villalonga y los dieciseis al norte hacia Benifairó. Idas y vueltas y se nos va la vida de ciclo en ciclo. Unos meses sin escribir en el blog. Una pausa necesaria. La pereza a veces es una de las principales virtudes y no uno de los siete pecados capitales. Ha sido un año difícil con los alumnos. La impotencia frente a los menores problemáticos crecidos por la desidia social y las leyes, quema fuerzas con la violencia de las bombas de fó

Eurodisney. Paseo por Utopia

El grupo ansioso se apelotona en el centro de una habitación de aspecto victoriano. Las luces se apagan y el suelo desciende hasta un sótano desconocido. El pelotón internacional se mueve unos pasos y sube en unas vagonetas que van a iniciar un recorrido por la historia del fantasma cibernético que ronda la casa. Al final el argumento importa poco. En este caso el se trata de una novia despreciada el día de su boda, pero podía haber sido otro. Subidos en el ridículo vagón penetramos en una historia de desamor y muerte. Robots desdentados y esqueletos que mueven las extremidades desde ataúdes saludan a una multitud risueña lejos del significado real del que ven. A la salida las risas y el alivio. El miedo a la soledad y al fracaso se han conjurado y otro grupo de turistas y niños respiran al exterior aliviados mucho más que horrorizados por la experiencia. Nadie se pregunta cómo se combinan el horror y las visitas organizadas por millones en el mismo recorrido, nadie aplica la lógica d

Ànima d'artista

Cent colps quotidians humilien molt més que un gran escàndol. No va poder ser el camí del jet i la fama. Només quedava la furgoneta i el repartiment diari per a suportar la vida. Joan havia acceptat el seu destí amb resignació i els anys començaven a carregar de greix el cinturó abdominal i a desforestar el cabell en altre temps ros i arrissat. El micròfon era l'imant i la taula de salvació d'una existència anodina. Quan cantava en les bodes o en els salons de ball dels jubilats se sentia una altra vegada viu i existia en ell, encara de forma efímera, la sensació de ser algú únic, especial, en un món de rutines. El telefonet de la porta va emetre un xiulit penetrant entre els furiosos lladrucs de la bèstia. Repartidors i gossos formen part de la mateixa categoria d'enemistat de gossos i gats. “Atenció al gos”, deia la llegenda. Juan va continuar insistint, segur darrere de la tanca, però envaït per una descàrrega inconscient d'adrenalina. Ja era la tercera vegada que el

Alma de artista

Cien golpes cotidianos humillan mucho más que un gran escándalo. No pudo ser el camino del jet y la fama. Sólo quedaba la furgoneta y el reparto diario para sobrellevar la vida. Juan había aceptado su destino con resignación y los años empezaban a cargar de grasa el cinturón abdominal y a deforestar el cabello otrora rubio y rizado. El micrófono era el imán y la tabla de salvación de una existencia anodina. Cuando cantaba en las bodas o en los salones de baile de los jubilados se sentía otra vez vivo y existía en él, aún de forma efímera, la sensación de ser alguien único, especial, en un mundo de rutinas. El telefonillo de la puerta emitió un pitido penetrante entre los furiosos ladridos de la bestia. Repartidores y perros forman parte de la misma categoría de enemistad de perros y gatos. “Cuidado con el perro”, decía la leyenda. Juan siguió insistiendo, seguro tras la valla, pero invadido por una descarga inconsciente de adrenalina. Ya era la tercera vez que el repartidor escalaba

Óssos a Berlín

Com a homenatge a Joseph Roth, un esperit pacífic i sensible que no va merèixer el seu destí. Quan es recorren els carrers del modern Berlín no és difícil veure davant d'Hotels, llocs públics o museus grans óssos pintats amb diferents motius i alegres colors. La ciutat va tindre la idea de convertir el seu símbol local en un ambaixador de pau amb l'ajuda d'artistes de tot el món. Si una ciutat realment pot apreciar el valor de la vida en concòrdia aquesta és Berlín. Quan viatjava en l'avió cap a la capital alemanya rellegia una excel·lent recopilació d'articles de Joseph Roth en els que parlava de la vida de la ciutat en els anys vint. Un buit incommensurable s'estén entre aquella metròpoli dinàmica i canviant com poques i el Berlín que lluita per reinventar-se a si mateix. A penes res queda d'aquella època més que l'eco dels carrers i les seues gents. Ací i allà sorgeixen els edificis que han sobreviscut a tantes hecatombes entre desenes de noves estruc

Paisajes berlineses

La noche se había cernido sobre un Berlín iluminado por decenas de rótulos luminosos. Bajo las vías, escondidos en una esquina tras un enorme pilar, una pareja elegante con cabello blanco propio de la madurez se besaba con pasión adolescente. El prisma del hotel, llamado en la era comunista Forum, y la omnipresente torre de la televisión, se asomaban tras las vías elevadas sobre su plataforma de ladrillo y arcos. En cada hueco bajo las bóvedas que soportan el suburbano se han instalado restaurantes que proclaman el fervor capitalista que surgió tras la caída del muro. Afuera, en una noche mucho menos fría de lo habitual, los alemanes insistían es disfrutar de las terrazas cubiertas y abrigadas con fogones incandescentes. Estaba en el este. Scheunenviertel, el barrio tantas veces descrito por Joseph Roth, aparecía como un nuevo territorio a explorar. Ochenta y tantos años separaban sus pasos de los míos. Los nombres sólo eran un eco de un pasado muerto. El viejo barrio judío murió con l