Faldas escocesas y calcetines


Los alumnos de mi instituto suelen salir por la parte trasera del patio. La diferencia de horarios entre el "Colegio Santa Ana" y el "Instituto de educación secundaria Vall de la Safor" permiten que, casi desde que recuerdo, se vean los alumnos de uniforme del centro concertado a la salida del centro. Ellas, según cuenta mi hija, van con sus scooters a encontrarse probablemente con amigos de los cuales los padres, con toda probabilidad, les han intentado separar. Resulta chocante esa contradicción entre el uniforme que quiere dar el toque chic de los centros religiosos con esa tendencia universal de los adolescente de romper las barreras y buscar los amores y las amistades más allá de los deseos de los padres. Hasta el uniforme se convierte en un elemento de provocación acortando faldas y ajustando camisetas. Los adultos hacemos las normas y los jóvenes las cuestionan. Nada nuevo bajo el sol.

El jueves visité este colegio para entregar un sobre. Las relaciones siempre han sido cordiales e incluso recuerdo su colaboración hace muchos años por un asunto de vandalismo cometido por un grupo de adolescentes de ambos centros. La entrada y los pasillos ya tienen ese ambiente característico de una escuela católica. Murales con mensajes cristianos en las paredes, capilla, conserje con aire de sacristan y arquitectura parecida a los colegios católicos de mi niñez. Por las escaleras bajaban alumnos y varios de ellos me reconocieron. Tres, en concreto, empezaron el curso en mi instituto, otro fue alumno el año anterior. Me saludaron y me preguntaron por el motivo de mi visita. Pasaron mientras esperaba niños de los primeros cursos de primaria con sus miradas indiscretas y descaradas producto de esa franca inocencia de los más pequeños.

En un pueblo de unos miles de habitantes convivimos, tanto como competimos, un centro público y otro concertado. No seré yo quien diré que los profesores de uno u otro lugar son mejores o peores. Si bien pienso que el sistema de acceso a la pública es más riguroso y exento de la designación por relaciones sociales creo, por otro lado, que hay buenos y malos profesores en ambas redes. El profesor es un personaje fundamental en la vida de los alumnos y de su implicación nacen vocaciones y futuros. Si en algo tenemos ventaja los de la pública es que no tenemos la presión del negocio y, por ello, sobre la nota.

Muchos padres, preocupados por el ambiente en la formación de sus hijos, están apartándolos de la pública y los llevan a la concertada con la idea de que en ésta "están más controlados que en el instituto". ¿Hasta qué punto esto es cierto? ¿Hasta qué punto son profecías autocumplidas?

Las administraciones el Partido Popular llevan años insistiendo que el modelo privado y la libertad de elección de los padres es lo que importa. Siempre han visto que la escuela pública bien financiada es un peligro para el orden social que ellos consideran el correcto. Llevamos veinte años en los cuales se ha ido desmontando paso a paso la escuela pública por asfixia. Empezamos por la rebaja en las dotaciones a los institutos. Seguimos con la no renovación de materiales. Sufrimos los sueldos más bajos entre todo el profesorado público del estado español. Este año, entre generalizaciones contra todo el funcionariado, padecemos de un aumento de horas y de ratio en los institutos. El año pasado el ardor de nuestra lucha dio lugar a una percepción falsa de que la pública era un caos. Las clases, el trabajo interno ha continuado con la misma dedicación mucha o poca que siempre hemos tenido. ¿Qué ha cambiado entonces?

Un interesante documental "freakonomics" muestra porqué los niños que son llevados a los museos a la más tierna infancia o a aprender violín tienen más posibilidades de triunfar en los estudios posteriores. En realidad no es que estimulen su inteligencia tempranamente es la actitud de los padres respecto a su educación la que cambia todo y esa creo que es la piedra clave de toda la bóveda.

España es un país que siempre ha dependido en gran medida de la escuela concertada. En los tiempos de la dictadura ir a las llamadas "Escuelas nacionales" era considerado socialmente como una lacra. Una especie de señal social de ser de clase baja, hijo de obreros de medio pelo. Cuando se llegaba a la secundaria, no obstante, era normal entrar en la pública y seguir en ella hasta la Universidad. Generaciones de profesionales excelentemente formados son fruto de una Universidad totalmente pública. 

¿Cual es la situación actual? ¿Jugamos en el mismo campo con las mismas reglas? Yo diría que no. Los profesores de la educación concertada cobran menos y tienen que trabajar más. Se por compañeros que si tienen que aceptar horas extras lo hacen por la presión ambiental. O lo haces aquello que te dicen o eres mal visto. Las huelgas no se hacen porque precisamente ese es uno de los acuerdos tácitos. Los estudiantes deben de pensar lo justo, no aprender a ser ciudadanos que reclaman derechos. La financiación en teoría hace gratuita la enseñanza concertada, pero es bien sabido que las cantidades que se cobran a través de las asociaciones de padres generan una fuente de ingresos que permite muchas veces marcar la diferencia. Los padres comprende que ya que el colegio ha aceptado a sus hijos  ellos no pueden ser menos que el resto. Los colegios concertados utilizan mil y un subterfugios para admitir al tipo de alumnos que desean y además la intención de los padres de llevarlos a la concertada ya es un signo de conciencia de la importancia de la educación en el futuro de una persona. Un negocio privado requiere resultados y por ello las notas tienen que ser más elevadas. Si miramos alguno de los bachilleratos privados de Gandía vemos que escogen a los alumnos con mejores notas de todos los concertados y así tienen a su favor padres implicados, niveles socioeconómicos más elevados y alumnos escogidos. ¿Qué instituto público de Gandía juega con esta ventaja?

 Niños de clase media, escogidos, padres implicados, financiación encubierta presión sobre la nota, supresión de la capacidad reivindicativa ( o no necesidad de ella ya que se saben privilegiados por la capacidad económica de sus familias). Finalmente quieren hacernos creer que todos jugamos con las mismas reglas pero no es así.

Las sociedades del norte de Europa lo tienen mucho más claro. Hay escasa presencia de la educación privada o concertada. El dinero se bombea por igual en todas las escuelas y se paga igual a todos los profesores. Como están todos, tienen todos los tipos de familias y padres y por ello la situación entre escuelas no marca las diferencias que aquí tenemos. No existen financiaciones encubiertas. Los profesores trabajan las mismas horas y cobran lo mismo.  La conciencia sobre la educación es tal que los servicios sociales acuden y actuan en cuanto un niño falta a clase más de lo normal. En Alemania, incluso, tienen tres tipos de bachillerato según las expectativas de los estudiantes. Finalmente el alumno de Gymnasium sabe perfectamente que está en un centro con requerimientos y exigencias altos y que debe ponerse a la altura sin depender de sus orígenes económicos.

No quiero decir que la enseñanza pública no tenga problemas y no sea susceptible de ser reformada pero para empezar deberíamos jugar con las mismas reglas. ¿Profesores de la concertada? Sí, pero tras oposición, independientes, con el mismo horario y bien pagados. ¿Cuotas para las asociaciones de padres? No. Es el estado el que debe hacerse cargo de todos los gastos del sistema.

Desde el momento en que existen estas diferencias se marca estilo y la minifalda escocesa es el signo de la diferencia. Después los adolescentes son como son y se mezclan, fuman juntos y se olvidan de las diferencias que imponen los adultos. No nos olvidemos que todos nacemos desnudos con nuestro patrimonio genético y después es la cultura y nuestro entorno social los que hacen de nosotros seres únicos.



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