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Mostrando entradas de octubre, 2013

Estació de terme

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Es fa de dia prop de Requena. Camí a Madrid en l’AVE. El títol em ve al cap prop de l’estació d’Atocha. Els personatges són reals però els noms estan canviats per a preservar la privacitat de les persones. Quasi podria passar per un hotel de platja d’unes tres estreles. Les habitacions són funcionals i prou modernes. Els mobles són senzills i de colors clars. El personal per telèfon o en persona eficient, atent, servicial, amable amb les visites i pacient amb els ancians. Què més es pot demanar? Els jardins posteriors reben la carícia de la llum cada vesprada la qual eleva prou la temperatura inclús en els dies del fred. Hi ha una gàbia amb periquitos com a sorollosos testimonis del dia a dia. Entre tanques i parterres hi ha bancs i engronsadores que permeten per a passar una agradable vesprada conversant amb els interns mentre els néts juguen. L’olor és la primera pista que colpeja amb duresa i contradiu la prematura impressió visual. A pesar de la impecable i constan

Estación de término

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Amanece cerca de Requena. Camino a Madrid en el AVE. El título me viene a la cabeza cerca de la estación de Atocha. Los personajes son reales pero los nombres están cambiados para preservar la privacidad de las personas. Casi podría pasar por un hotel de playa de unas tres estrellas. Las habitaciones son funcionales y bastante modernas. Los muebles son sencillos y de colores claros. El personal por teléfono o en persona eficiente, atento, servicial,amable con las visitas y paciente con los ancianos. ¿Qué más se puede pedir? Los jardines traseros reciben la caricia de la luz cada tarde la cual eleva bastante la temperatura incluso en los días del frío. Hay una jaula con periquitos como ruidosos testigos del día a día. Entre setos y parterres hay bancos y columpios que permiten para pasar una agradable tarde conversando con los internos mientras los nietos juegan. El olor es la primera sensación que te golpea con dureza y contradice la prematura impresión visual. A pesar de

Surtido de Ibéricos IX: La gloria perdida

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Entramos en España y seguimos las indicaciones de Cáceres subiendo al norte por una carretera desolada entre páramos, fincas rurales y con, apenas, uno o dos pueblos en casi cien kilómetros. No es casualidad que el término municipal de Cáceres sea el mayor de España y que acoja a uno de cada cuatro habitantes de la provincia. La misma sobriedad de la dehesa comunica una belleza contenida pero cruel. Es esta soledad se hace evidente la falta de oportunidades y esa tendencia a la emigración de tantos extremeños desde los tiempos de la conquista hasta la actualidad. Le entrada en Cáceres fue confusa por las obras y la posición del hotel en un centro peatonalizado hace pocos años. La ciudad ha crecido hacia el sur y, por ello, mantiene un centro histórico de calles medievales que está engañosamente cerca del campo. El disgusto de mi hija al entrar por primera vez en el recinto de Cáceres monumental fue mayúsculo. Casas, palacios y, aparentemente, demasiada poca animación. En realida

Surtido de Ibéricos VIII: Trazos sueltos y acuarela

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Alfama parecía un pueblo pequeño atrapado entre el Tajo y una ciudad que había crecido en todas direcciones. El tranvía escalaba la ladera oeste por calles de fachadas forradas de cerámica y de pronunciadas rampas.  El sol jugaba al escondite con las sombras proyectadas por las altas fachadas sobre los grises callejones. Ajenos a los turistas los vecinos hacían su vida alejados de las avenidas ajetreadas que les rodeaban allá en el llano y desparramadas por las otras colinas. Nos apeamos cerca del castillo en un mirador que dominaba el estuario y la parte de barrio que descendía hasta la línea de costa. La imagen era un apunte de blancos, sinfonía de azules, siena y el profundo verde botella que definían la gama colores de la paleta del barrio. La vista era dulce, sureña, familiar. En este caso la orografía dominaba el trazado urbano que adquiría una encantadora irregularidad orgánica frente a la dictadura de la recta y la geometría matemática. Finalmente me sentía mucho más có

Surtido de Ibéricos VII: El patio trasero

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Dedicado a Ana-R que tiene la amabilidad de leer y dejar  algún comentario que siempre me anima a seguir La bandera roja y verde ondeaba con suavidad al viento en lo alto del parque Eduardo VII. Era una tranquila mañana de sábado de azules y verdes que se disolvían en una cortina de suave neblina por la parte baja de Lisboa, más allà de Baixa. Un mendigo de mediana edad lavaba con sencillez y gran dignidad sus zapatillas en las fuentes monumentales que surgen bajo dos columnas triunfales que escoltan el mástil con la enseña nacional. A esas horas pocos turistas aprovechaban el mirador para atrapar una más de las instantaneas de su viaje. El parque tiene en el centro una avenida con setos geométricos que marcan una perspectiva cónica con punto de fuga en el eje que culmina en la Plaza del Comercio. El Parque Eduardo VII desciende en suave pendiente por caminos que se enroscan bajo la copa de árboles frondosos. A esa hora poca gente paseaba por el recinto que lleva el n