Negociación


Hablar con el enemigo. Qué mal suena. Dialogar con asesinos. Parece cosa de locos. Oigo las noticias de la mañana. Una manifestación de la Asociación de víctimas del terrorismo gritando consignas contra Zapatero bajo el calificativo de terrorista. No soy de ningún partido por individualista. Como dijo Groucho Marx jamás entraría en un club donde admitieran a gente como yo. Así que me considero independiente para juzgar sin tener que acatar disciplinas de partido o consignas.
La manipulación tendenciosa ha encontrado eco en demasiados exaltados. Se ha dado el salto de convertir a quien tiene la obligación de buscar una salida al problema de la violencia en el propio violento. Me quedo sin palabras.
Mi perro y yo tenemos una continua disputa territorial. Yo no quiero que entre en casa y todo lo más se le permite es dormir en el garaje y entrar un par de metros a la cocina. Siempre le hago sentarse junto a la puerta y él, renegando ,se sienta en el lugar que le indico. Con ojos melosos me mira y se levanta a desperezarse. Cuando se sienta de nuevo ha ganado un par de palmos. A nuestra manera es una negociación territorial diaria que sienta las bases de la convivencia. Al final suele obedecerme porque sabe que puedo relegarle al garaje y dejarlo solo o porque sabe que el que abre la lata de comida soy yo. Así es la vida, padres que negocian con hijos la hora de vuelta, profesores que reparten un conjunto de grupos y horarios, comerciantes de naranja que venden a un precio. La vida es negociación o imposición. Si la primera parte de la base de la conformidad de ambas bandas la segunda conlleva la humillación de una de las partes. Podría, tal vez, tratar a mi perro a base de patadas. Seguramente lo haría bailar en un plato como en el circo, pero también sé que tendría un enemigo en casa y no alguien que me adora. Habrá quien dirá que el perro siempre nos va adorar aunque lo matemos a palos, pero si se trata de personas tenemos los mecanismos racionales que convierten los odios en cuestiones culturales que se transmiten de generación en generación y si no hablemos de Sabino Arana y su herencia.
¿Cómo puede ser que alguien reniegue de la capacidad del diálogo? ¿Qué pretenden? ¿El extermino del enemigo? La verdad, no lo puedo entender. Se pueden discutir términos en las negociaciones, qué es aceptable y qué no, pero jamás negar la capacidad que puede tener un gobernante de acabar en una mesa con el tipo de la peor calaña si eso conlleva la paz. De hecho durante la tregua nos hemos ahorrado muchas víctimas sin dejar de detener otros tantos terroristas. Política de palo y zanahoria que es la que al final suele triunfar.
En el excelente libro de Tony Judt sobre las posguerra europea se descubren muchas de las claves del origen de la actual Europa y una de las más sorprendentes es que muchas de las bases de la gestión de la Alemania de la postguerra es el uso de los cuadros administrativos de la era nazi y muchas de sus ideas de planificación en la construcción de la democracia. Los americanos de aquella época tuvieron la suficiente inteligencia de darse cuenta de la necesidad de pactar con el propio diablo para abrir un resquicio de futuro a una Europa democrática alejada de todos los males que le llevaron a dos guerras totales. Otra generación de dirigentes no supo ver la necesidad de apoyarse en el propio partido Baaz en Irak para gestionar el país tras el paseo militar que les permitió conquistarlo. Así les va, intentando poner paños calientes en el país más peligroso del mundo y con el goteo de miles de muertos que sigue y sigue.
Suena muy peligroso esto que estoy diciendo. Parece que se diga que el fin justifica los medios, pero no es esa mi intención. Se trataría de amputar los elementos criminales del problema y someterlos al rigor de la justicia, utilizando los cuadros y dirigentes con las manos limpias de sangre para permitir un futuro viable a un país o una región.
El fin negociado del conflicto nacionalista vasco llegará. Es cuestión de tiempo que el problema acabe encontrando un final pactado como ocurrió en Sudáfrica, en Irlanda, en la ex Yugoslavia o en tantos otros puntos calientes de la geografía mundial. Podremos discutir los términos pero no en si del proceso.
Si hay otra solución es la del exterminio racial o la limpieza étnica, pero esa es la solución de los exaltados que acusan de terrorista a Zapatero. ¿La guerra total a ETA borrará las conciencias nacionalistas de los centenares de miles de vascos que aspiran a la independencia por la violencia? ¿Los confinamos en Madagascar como pensaran los jerarcas nazis creando un País Vasco racialmente puro lleno de españoles de raza ibérica como los jamones?
Curiosamente el libro de Judt mencionado anteriormente se hace eco de una realidad inquietante. Fue paradójicamente la política de los nazis la que consiguió crear una Europa con países étnicamente homogéneos: una Polonia de polacos, una Chequia de Checos, una Francia de franceses o una Alemania de alemanes. La Europa actual democrática y tolerante hunde sus cimientos en el cieno de la limpieza racial y el trasvase de millones de personas entre territorios. Pero, ¿Estamos dispuestos a hacer una guerra como aquella para vaciar Euskadi de independentistas?. ¿A base sólo de palos llegaremos a algo?. Bien, si no es así, y espero que a nadie se le ocurra no hay otra salida que negociar, así lo creo yo. Ahora no es momento. En este punto de la historia sólo tiene sentido la lucha policial y el estado de derecho, pero en el futuro, sea un partido de izquierdas o de derechas el que gobierne se sentarán frente a los asesinos como han hecho todos los dirigentes en multitud de ocasiones tras la muerte de Franco y negociaran. Digan lo que digan ahora.

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