Libros en el vertedero

Una noticia de ayer mismo, apenas una minúscula anécdota en un mundo de miserias, me conmovió y me hizo pensar que no todo está perdido. La información hablaba de una chatarrera de un barrio de favelas brasileñas. Durante años había estado recogiendo libros de entre los desperdicios para crearle a su hija una biblioteca que le pudiera ayudar en sus estudios.

Qué lejos ha quedado aquella España en la que estudiar era el sueño de muchos para sus hijos. La educación, la cultura, el conocimiento como forma de ascender en la escala social, como forma de salir de un mundo de miseria, de progresar, de ser mejor de soñar con un futuro. Es terrible que sea así pero a veces la prosperidad es el cáncer de las conciencias.

Cuando pienso en tantos padres que me dicen que no saben qué hacer para controlar a sus hijos, o dicen que es que no pueden seguir la evolución porque llegan tarde del trabajo no puedo más que pensar que somos una sociedad sin nervio, sin valores y con escaso sentido de la responsabilidad. Los jóvenes beben de la sociedad donde viven y crean su paradigna ideológico y emocional. ¿Qué podemos esperar de todos estos años pasados?

Nunca una crisis como esta es buena, pero tal vez necesitábamos poner los pies en el suelo y entender otra vez el valor real de las cosas.