Gravitación universal

La mañana hoy era gris y húmeda. Por el mar el cielo se cubría de cenicienta niebla. Paseando por el campo con el perro he oído el sonido de las mandarinas cayendo desde el árbol al suelo. Ya hace tres meses que debieron haber sido cosechadas, pero no fue así. La naturaleza ha seguido su implacable camino y ahora miles de ellas yacen sobre el húmedo suelo del invierno. La gravitación impone su sino como la muerte impone el suyo.

Me he dado cuenta que la muerte está rondando mi subconsciente. Estoy coordinando un libro en el que participan diversos autores. Como muchos no han cumplido con su compromiso me he embarcado en hacer yo mismo varios de los trabajos y hoy paseando por el campo un chispazo tras la caída de la mandarina ha relacionado los finales de tres de ellos. El destino, la muerte que llega.

No se si se trata del periodo depresivo por el que estoy pasando. El caso es que la muerte ronda mis ideas. Tal vez sea cansancio y exceso de obligaciones, tal vez el asma que se ha convertido en la aliada de la hipertensión y me atenaza los pulmones. Siento a mis padres muy viejos, veo a mi suegra con enfermedades al acecho y la juventud que escapa día a día. Mi hija va quemando etapas de la niñez a la adolescencia y forma el que será su mundo de adulta.

El sabor fresco de la fruta se corrompe, la nítida curva de la piel ahora ajada y la vuelta al ciclo natural.

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