HAL 9000 en casa
Los reyes han venido a casa con nueva tecnología. El
juguete, en este caso, ha sido un altavoz de estos que fabrica Google y que te
permite interactuar con él pidiéndole servicios. Anoche nos lo pasamos a las
mil maravillas atropellando el aparato con órdenes absurdas como, por ejemplo,
hacerlo ladrar, con gran alboroto por parte de la perrita, hacer que pusiera canciones
o respondiendo preguntas innecesarias como por ejemplo la suma de 345 y 678 y
multiplicado por 7. La voz impasible de la locutora a veces nos volvía una
contestación absurda, si no hacíamos bien las preguntas, o nos decía que
todavía no estaba preparada para hacer esto. Cómo ella misma decía el aparato
parece “Feliz como una perdiz”.
Hoy, de camino de vuelta de la estación de Xeraco, donde
había dejado mi hija, iba pensando que nos estamos acercándonos cada vez más a
los inquietantes dispositivos de la ciencia ficción. La primera diferencia es
que todavía no hay una pantalla gigante que llene la pared, pero si la conexión
que se puede efectuar con la televisión. Un inquietante icono de micrófono te
permite silenciar las orejas virtuales del monstruo. ¿Pero quien sabe si los
ingenieros de Google pueden activarlo o algún hacker quiere escuchar las
locuras que digamos frente al cilindro de color gris cálido suave?
La tecnología ya está disponible: cámara web, pantallas
planas grandes y dispositivos que interactúan contigo. Es sólo cuestión de
tiempo que la tecnología, como pasó con los primeros iphones, se pueda unir y
tengamos un tipo de Big Brother en casa. Series de ciencia ficción como, por
ejemplo, Black Mirror ya nos muestran en algunos de los capítulos lo que
probablemente será nuestro asistente virtual del futuro y que, creo, que nadie
podrá parar.
Negarse es volver a los tiempos del teléfono fijo en casa,
todo lo que es telefonía moderna no es nada más y nada menos que otras
derivaciones de la hidra de, no siete, sino mil cabezas que nos rodea. Nadie
sabe de las consecuencias de esta tecnología que aceptamos, como en casa, como
un juguete, pero de hecho van entrando en el que se llama el internet de las
cosas. Robots que limpian casa, bombillas de la luz que se encienden y se
apagan a la orden del monstruo, ventanas que abren y cierran según las
condiciones climáticas o coches que pasan a recogerte antes de ir a trabajar
con el tiempo necesario para no llegar con retraso.
Es el momento de llegar a aquel inquietante HAL 9000 de la
película “2001 una odisea en el espacio”. Un ojo rojo que nos mira y nos
escucha, que controla nuestro entorno y que, finalmente se rebela contra
aquellos a quien tiene que servir y que lo quieren desconectar.
De momento jugamos con el monstruo como si fuera una mascota
más. Soy de los que piensa que la tecnología se tiene que conocer y utilizar
precisamente para poder detener el mal uso que se pueda hacer de ella y
aprovechando el que ofrece de bueno. Soy lo que se dice un integrado frente a
los apocalípticos según la terminología de Umberto Eco.
Ok Google.
"Buenos días Jorge. Hoy tenemos seis grados fuera
y la máxima será de 14. Llegarás en diez minutos al trabajo. Recuerda que
tienes que comprar pescado y que a las 12:20 tienes que estar en el instituto. Tienes
a los de bachillerato de segundo y a los de artístico de primero. Ah, recuerda
que VOX está subiendo en las encuestas."
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