Declaración de Independencia


Cuatro de la madrugada, suena el whatsapp con su sonido insistente. Mi hija, de viaje de fin de curso en Malta, deja mensajes preocupada porque sus compañeras de habitación no llegan y no sabe muy bien qué hacer. La madre se despierta con desesperación y preparada para tomar un jet privado y volar a Malta en diez minutos.

Sólo una semana antes se debatía entre los nervios y el control de todo el conocimiento de una etapa ante el alud de exámenes de la maldita selectividad. Los adolescentes, muchos de ellos ya mayores de edad salían llorando, si el examen les resultaba una barrera infranqueable como fue el caso de griego o biología. En otros casos salían algo más risueños pero embargados por un estrés incontrolable.

Visto y no visto. El sábado nos juntamos con el grupo de padres y compañeros de clase que partían entre nervios y risas en el que era, para muchos, el primer viaje al extranjero sin padres ni profesores. Su primer viaje de adultos o el último como menores de edad.

El balance en una semana fluctua entre lo hermoso, lo patético y lo cómico en esta generación de futuros universitarios que ya ejerce su recién ganada independencia entre los acantilados en la isla de Malta. 

El viaje fue preparado al estilo barato: barato el vuelo, maleta de máximo diez kilos, hotel pauperrimo, sin desayunos ni comidas incluidos. Está claro que un adulto tiene en principio otras preferencias que van más por la comodidad. Ya tenemos una vida bastante achuchada como para ir a morir a un hotelucho de mala muerte. Nos gusta comer más o menos bien y no tener que perder la mitad del viaje en colas de autobuses tipo la Unión de Benisa hace 50 años. Pero hablamos de adolescentes aprendiendo a tomar decisiones y el bueno, bonito, barato todavía entra en sus cálculos.

Pues bien, llegada al hotel y espera de horas para tener habitación. Ventanas rotas, suelos sin limpiar y una ubicación demasiado accesible desde la calle. El internet no funciona. ¡Tragedia! El equipo español de intendencia inicia una rápida negociación con dos operadoras de Movistar. Todo arreglado. Las conexiones estratégicas establecidas. ¡No hay vida más allá del twitter!

Noche de copas, con discusión encendida y cabreos intergrupales con hoolingans ingleses incluidos. Mañana de playa y tarde de gastroenteritis por una pizza de curry de chiringuito maltés. Más copas, más marcha y buscando la farmacia de guardia por la mañana. Viajecito a Comino y baño en el llamado lago azul. Todo bien.

Siguiente problema el teléfono ha muerto. Houston tenemos un (otro) problema. Los ingenieros en España deciden que hay que comprar una nueva batería y la antigua resucita como celosa de perder protagonismo. Un teléfono y dos baterías. ¡Vamos bien!

Tras un día en Gozo, nada del otro mundo, mi hija dixit, todo en orden. Llegamos a las cuatro de la madrugada y suena la blackberry. Una compañera que se ha bebido el líquido de unas gafas fluorescentes después de haber ingerido otros tantos fluidos. No sólo reluce en la oscuridad sino que además vomita y con algo de sangre. Hay que llevarla al hospital. Allí les despiden a cajas destempladas: ya están hartos de adolescentes con problemas nocturnos y ni por más que sean relucientes como el "Gusi-luz" los van a atender. Vuelta a casa cuando el sol ya asoma. Papá, el que escribe, no puede dormir más y aprovecha para corregir carpetas entre bostezos. 

La última, de momento, el hotelucho ha cumplido con las expectativas y a tres compañeros les han robado el móvil, el pasaporte, una cámara y dinero. La policía los envia a "Comino" ( un islote de Malta, y por eso de me importa un idem) de manera poco educada. Uno de los compañeros,británico por más señas, va a tener que renovar su pasaporte en la embajada de su país.

Pues eso, volverán el sábado. Con mil errores y experiencias que les habrán servido para madurar, con esa cabeza de chorlito de una edad en la que no sabes si van a ser los adultos responsables que están al llegar o esos adolescentes descerebrados. Viajar es madurar crecer. Aprendemos de la soledad y de los trances, de los inconvenientes y de las experiencias. Todos lo hemos hecho más pronto o más tarde. Volar, soltar alas, declarar la independencia de la patria que fue el hogar de la niñez.

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