El grito de Laura

La obra es una interpretación de "El grito" de Edvar Munch realizada por la joven artista Laura Luelmo.

Las fiestas navideñas se van acercando. En un instituto de bachillerato son tiempos de nervios y el alumnado recorre pasillos excitado tanto por los exámenes como por el cansancio y la perspectiva de las fiestas. Me imagino que Laura Luelmo, mi colega de dibujo, que ayer apareció con su vida destrozada en un camino a ninguna parte, estaría, como estamos todos, ilusionada por las vacaciones, con volver a Zamora con ese Kia azul que dicen que quedó aparcado una tarde en que decidió ir a correr.

Siempre me impacta la noticia de una mujer joven muerta por ese monstruo que estalla en el interior de muchos hombres demasiadas veces, pero al ser una profesora de Plástica no puedo dejar de sentirme mucho más cerca de ella recordando las ilusiones con las que empecé mi carrera como profesor de su misma especialidad, hace ya muchos años. Más o menos tendría su edad, seguramente las mismas ganas de vivir y la misma ilusión en el futuro.

Las redes sociales son el espejo de nuestras vidas mientras seguimos alimentando nuestros perfiles y una perspectiva anamórfica de los que fueron y lo dejaron huérfano. Laura, como casi todos en su generación, igual que mi hija, dejaba pistas sobre sí misma en redes sociales y quise saber quien era ella, qué pensaba, qué quería, cómo se expresaba.

Ayer todavía tenía su página en facebook abierta. En su foto de perfil se veía un primer plano del rostro de una mujer joven, de grandes ojos, todavía con la inocencia que queda a esa edad, con un piercing tan rebelde como coqueto. Laura debía ser una chica amante de los viajes, del aire libre y el deporte y así se dejaba ver en fotos aventureras en montañas y lugares remotos.

En Twitter su descripción, "¡Hola! Realizo encargos de ilustración, pintura y diseño", habla de una artista joven, empezando su vida, deseosa de poner a funcionar su creatividad y su talento. Con un perfil casi calcado en Instagram, se ve una colección de imágenes, fotos y obras propias de un creadora joven que, con orgullo lícito, va mostrando al mundo su capacidad de expresarse. Era muy buena dibujante y tanto sus cuadros como fotografías demostraban unas capacidades incipientes que podían haberle llevado muy lejos. Viajes: Italia, Zaragoza, playas en Portugal y Francia. Como todos los de su generación el viaje era parte de su vida y de su forma de construir el mundo.

En una de sus obras, un trabajo de facultad probablemente, aparece una interpretación personal del Grito de Munch. Visto en retrospectiva parece premonitorio. Un paisaje desolado, una puesta de sol maldita, una mujer que grita y un personaje misterioso en el fondo.

Sin saber nada más imagino la mano oscura de un hombre enloquecido. Alguna tara lleva el género masculino que le lleva a cometer terribles delitos contra las mujeres. ¿Qué hay entre los hombres que nos lleva a ser la población mayoritaria en las cárceles? ¿Porqué tantas mujeres son víctimas de tantos hombres cada año? Podemos engañarnos y decir que la bondad o maldad no tienen género, pero las estadísticas son tercas.

Siempre he aconsejado a mi hija que salga y que viva, que vivir tiene sus riesgos y que si el miedo la atenaza no vivirá. Como todo padre, no obstante, siempre temo que un desgraciado cercene su vida y sus ilusiones. No hay derecho. No hay derecho que yo pueda hacer, como me gusta, paseos solitarios por donde me place sin miedo y que una mujer sienta ese sudor frío en el cogote cada vez que un hombre camina tras ella en un lugar solitario.

Por desgracia la naturaleza masculina tiene un estigma que tantas obras literarias y artísticas reflejan. Desde el rapto de las Sabinas, hasta Apolo y Dafne, el género masculino ha venido persiguiendo como un animal de presa a las mujeres. Por supuesto no somos todos, jamás osaría, ni siquiera, a lanzar un piropo a una mujer desconocida por la calle, pero son demasiados. Pienso que la educación desde niños en la igualdad y el respeto puede reducir la magnitud de esta terrible tara social pero dudo que pueda cortarla de raiz. El ejemplo de un padre, la posición de toda una sociedad, las lecciones en las aulas y en la calle pueden hacer mucho, pero creo que entre los hombres, una minoría tal vez, siempre hay y habrá por desgracia ese elemento acosador y malvado ligado a nuestra condición. Ojalá algún día las mujeres en cualquier parte del mundo puedan dejar de sentir ese miedo a la bestia que se esconde en los genes.

Lo siento mucho. Espero que estés en algún lugar mejor. Descansa en paz compañera.

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