Erasmus: Luces y Sombras


"Viajar es abrir la mente" proverbio español.

Padre, una cosa..., me escribe por el chat mi hija desde Stuttgart.  Internet nos permite una conexión cotidiana y, casi cada día, mantenemos el contacto. Muy lejos quedan los años en los que fui yo mismo a Alemania y la conexion era todavía por carta o por teléfono, por entonces carísimo.

Mi propia experiencia europea me cambió, sin lugar a dudas, la perspectiva sobre mi país, sobre Alemania y sobre el mundo. Como decía mi viejo profesor Damián Catalá, los franceses dicen "Les voyages forment la jeunesse", los viajes forman a la juventud, les abren la mente, les hacen adultos y cosmopolitas, tolerantes, les permiten conocer gente tan igual a ellos como diferente por sus culturas. Viajar cuando eres un joven adulto es iniciático, fundamental en la consolidación de ese proceso que nos hace personas.

El proyecto Erasmus nació en un contexto de ilusión paneuropeo y, probablemente, haya sido uno de los instrumentos de mayor proyección de futuro de esa comunidad de países que pretendíamos llegar a ser. En tres décadas los universitarios de cada país se han ido mezclando y entremezclando con sus iguales creando amistades, parejas y matrimonios que han ido creando un contexto donde la identidad europea se ha ido reforzando.

Antes de que mi hija fuera, oyó repetidas veces que irse de Erasmus era ir a una especie de juerga continua y no a estudiar. Por supuesto que un mayor de edad en sus veinte aprovecha para salir y pasarlo bien. Desde Alemania nos llegan las crónicas de sus salidas, sus excursiones de fin de semana a precio de ganga y los encuentros e incluso choques culturales con todos los estudiantes que están conociendo. Desde mi punto de vista lo que le está sucediendo a mi hija es maravilloso. Ha salido de casa, habla con cariño y afecto de algunas personas que han aparecido en esa batidora de destinos que es el programa y, seguramente, serán parte de su futuro. Vamos, como lo fueron en otra época los amigos de la mili.

El inglés se ha convertido en la lingua franca, algo así como el latín lo fue en las universidades medievales y, ciertamente, el que participa en el programa acaba hablándolo a la fuerza.

¿Todo son luces? Por supuesto que no. En el contexto universitario actual es tal la volatilidad de optativas, programas diversos y posibles elecciones que la desinformación al escoger asignaturas es, a mi juicio, demasiado grande. Realmente no hay una homogeneidad o un criterio unificador o común (aunque esto sea realmente una virtud, una riqueza añadida al programa). Pienso que los profesores toman a los estudiantes de intercambio como quien adopta a una mascota durante unos meses. No les castigan mucho pero tampoco se los toman muy en serio. El idioma, especialmente si hablamos del alemán, es indudablemente una barrera y por ello se da la paradoja que puedes pasar todo un curso en un país y no llegar a hablarlo esquivándolo con tu propio idioma y con el inglés. El propio contexto, a pesar de los esfuerzos con alumnos tutores y otras medidas, lleva a que los erasmus se junten entre ellos y apenas con los nativos. Aquí y allá los erasmus van en una especie de manada multicolor que, por necesidad gregaria, se ha unido, casi siempre empezando con los compañeros de su país. Muchos de ellos vuelven sin haber estado jamás en una casa del país conviviendo con una familia. Se produce así una especie de efecto burbuja en el que no se llega a conocer la médula de la sociedad que los acoge.

Por si fuera poco la subvención ha ido menguando con los recortes y hoy, practicamente, es un programa pagado por las familias. Mi hija ha decidido que quiere continuar todo el curso porque se siente a gusto. En casa haremos cuentas y le dejaremos hacer pero lo triste es que muchas familias no se lo pueden permitir y, por ello, se pierde gran parte de este potencial integrador no solo entre países sino también entre clases sociales.

Con la ceguera típica pensamos que una inversión es un gasto y recortamos. Olvidamos que las inversiones se recuperan con beneficios, eso sí, en el futuro.


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