Cuando crees que eres mejor que los demás



Cuando seguimos en plena resaca del dichoso Brexit vemos un movimiento que surge acompañado de una palabreja nueva el "Bregret" o arrepentimiento "regret" de los British. ¿Pero qué coño nos pasa a los británicos y por extensión a los europeos? De una idea brillante que teníamos consistente en ir adelante, hacia un territorio unido con leyes, derechos y solidaridad pasamos a una Europa de las banderitas y las guerras en el Támesis. La Europa de los mediocres va tomando cuerpo en muchos países que ya se están refugiando en la empalizada de los sectarismos raciales.

No es casualidad que Marie Lepen, los euroescépticos holandeses o Donal Trump hayan saltado alborozados. Tanto una como el otro pretenden llamar a las esencias nacionales del individuo tribal que sale a cantar desgañitado el himno nacional en la convicción de cantar a las supuestas glorias de la raza superior a las demás.

Lo siento, pero estoy perdiendo la fe en lo que pensaba que eran sensatos pueblos europeos que habían superado después de la carnicería de la II Guerra Mundial toda veleidad de tipo nacionalista. Muy equivocado estaba, igual que en la Yugoslavia de Tito bastó una crisis para que cada cual tirara por su lado. Poco nos ha servido la historia. Tan sólo con que hubiéramos recordado que Hitler se aupó al poder lanzando a toda voz proclamas de superioridad de los alemanes y contra los inmigrantes, los judíos o los gitanos, nos hubiera bastado para conjurar a tanto bastardo que empieza hablando de que son mejores y acaba quemando las casas de los que no son de la tribu.

Nunca ser más pequeños, cerrar fronteras fue una fórmula para el éxito. Eso sólo llevaría a la albanización de Enver Hoxha que condenó a sus ciudadanos a vivir en un país repleto de búnkeres que no sirvieron para nada. Nunca el egoísmo o el odio al extraño llevó a nada bueno.

Frente a la llegada de sirios a Europa deberíamos haber asumido que la vida se compone de riesgos y que será difícil atender la situación que nos ha sobrevenido, pero lo correcto es impedir que muera gente, familias, entre ellas centenares de niños, porque a nosotros nos importa más nuestra comodidad egoísta. Lo primero es actuar conforme a nuestras leyes y compromisos internacionales y acoger a los refugiados de guerra, lo segundo es intentar integrarlos en una sociedad abierta y tolerante. Soy consciente de los problemas que tiene la integración de gente de culturas y lenguas diferentes pero cuando hay deseo y amor por el prójimo las cosas pueden ser muy diferentes. ¿O es que se nos ha olvidado que la base de nuestra cultura europea es el cristianismo? ¿No dice la Biblia amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿En qué consiste amar, en dar portazos?  Los españoles fuimos acogidos en otras épocas de penuria tras nuestra guerra y no lo deberíamos olvidar.

¿Y ahora qué? Pues en un escenario incierto parece que la gente sensata se sienta a ver pasar el desfile de monstruos. A toro pasado muchos piden que se invalide el referéndum, otros dicen que jugaron con el voto como si no fuera a importar nada otros se frotan las zarpas dándose un baño de excrementos sin saber que quien remueve la mierda como poco la acaba oliendo.

No lo sé. Ciertamente, conforme se viene el mundo casi parece que no podemos esperar más que cuando la ola nos alcance estemos en un lugar alto o, como poco, que nos deje vivir lo que nos quede sin que la situación se complique más.

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