No es mi Europa

Con tristeza veo la vuelta del nacionalismo a Europa. En diversos países triunfan los discursos en contra del emigrante con la lectura plana del que se sabe privilegiado pero no quiere ver su patio invadido de desesperados por la política o por el hambre.

Oleadas de inmigrantes llegan y muchos de ellos no desean más que tomar lo que se les de sin renunciar a ideas que, tal vez, son las base del fracaso de sus sociedades y germen de la vuelta de los demonios más ocultos de las nuestras.

En Europa, pasada la debacle de la Segunda Guerra Mundial, parecía que por fin las fronteras se habían abierto de par en par, pero la crisis de estos años trae de nuevo los más rancios egoísmos que hace que cada uno tire para su lado aún a costa de destruir los mecanismos que nos había unido.

Sería una tragedia ahora que los europeos nos hablamos de tú a tú, nos conocemos y compartimos modelos y valores que volviéramos atrás. Sería desastroso que no fuéramos firmes para defender los valores de igualdad, solidaridad social y unión que nos han hecho mejores.

Parece que volvemos atrás por culpa de oportunistas de uno y otro lado.