Maelstrom



Un remolino parece tranquilo en sus espirales más externas. El ritmo es pausado y cada objeto flota tranquilo hasta completar cada vuelta. Nacemos en un mundo donde el tiempo parece detenido o eterno. Un verano siempre es un verano, parte de junio, julio, agosto y casi todo septiembre. Pero la percepción cambia con la edad. El tiempo, medido en términos matemáticos, es el mismo, pero en términos humanos forma parte de un remolino en el cual cada vuelta acelera el paso de las estaciones.

Una nueva vuelta y pasamos por el sector de la primavera entre días grises y plomizos. Hoy mismo se empiezan las vacaciones de Semana Santa y como parte del ritual anual miles de visitantes han llegado a la playa en busca de su primera ración de sol y vacaciones. Mi padre no se encuentra bien estos días. Mi madre sigue abriendo los ojos a la realidad y, zigzaguea entre la la realidad y su mundo. Hace dos días fue el funeral de uno de mis tíos y fue el momento de encontrar de nuevo a los hermanos y hermanas de mi padre. Supongo que todos hacemos lo mismo, miramos y comparamos nuestras caras con las que recordábamos. Siempre vemos a los demás más mayores de lo que nos vemos a nosotros mismos. En facebook una nueva generación va tomando el relevo. Nuestros niños ya no lo son y las fotos empiezan a mostrar más la generación de hombres y mujeres de las próximas décadas.

Estoy aprendiendo a utilizar una base de datos de fotografías y ello me lleva a repasar viejas fotos ordenadas por años. 2003, 2004, 2005... Veo a mi hija, veo a mi esposa, me veo a mí. Cambios indelebles en las caras que pasan de la mediana edad a la madurez, de la niñez a la adolescencia, de la madurez a la vejez. La salud ataca nuestra integridad una y otra vez. Ojos que pierden su capacidad de ver de lejos o de cerca, tensión descontrolada, calvicie, operaciones de amigos, visitas al hospital, revisiones médicas. Un nieto nace y el olor a piel fresca vuela por la habitación de la maternidad. Sobrinos o hijos se casan. Una clase más subiendo la piedra de Sísifo que volverá a caer en cuanto suene el timbre. Cansancio. El coche viene y va. Un nuevo proyecto. Otro idioma. Una tarea. Compra, cocina, respira, vamos, venimos, operación, nacimiento, boda, clase, coche, proyecto...

Cada vuelta parece más acelerada, el torbellino gira y gira y el vórtice silba amenazador. Las nubes se inflan y se desinflan y las estrellas giran en su loco camino persiguiendo o siendo perseguidas por el sol.

La vida es un agujero negro. El poder del final es infinito y la fuerza gravitatoria inevitable. Sólo podemos observar, ir haciendo cola generación tras generación e intentar ser felices en cada momento. El "Carpe diem" es una obligación dentro de esta inercia infernal. Por suerte siempre hay momentos que merece la pena vivir antes de tocar el vórtice, ser engullido y... ¿Quien sabe qué hay al otro lado de un agujero negro?

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